El antiguo papa, el señor Ratzinger, visitando las instalaciones del que fue campo de concentración y exterminio, Auschwitz, preguntó . . .¿que dónde se encontraba Dios entonces?, cuando el horror se desplegaba a diario, minuto a minuto, . . . y no obtuvo respuesta.
Y yo me pregunto también y ahora ¿dónde están los dioses?. Esos dioses invocados por millones de personas a los que ruegan por su clemencia, intersección y gracia, para intentar sobrevivir mejor, siempre mejor, aunque luego resulte peor, según vengan bien o mal los avatares que conforman nuestras existencias . . . ateridos de miedo y desamparo.
En manos de esos dioses invisibles, escondidos, tras las jerarquías que van componiendo la doctrina que habrá de explicarse. . . y obedecerse, y de ¿el horror?, ¿la injusticia palmaria?, en aras ¡la desigualdad insoportable!.
Porque ¿aún nos podemos creer algo de ese dolor de conciencia que asola los buenos corazones de una ciudadanía arrinconada a su mal destino?, ¡ojalá me equivocara!, cuando todo tiene pinta de convertirse, un día más, un espectáculo entre tétrico y morboso..
Porque no me creo ninguna de las declaraciones de nuestros mandarines y dirigentes, y me dan asco algunas de ellas, como cuando el ministro español de Exteriores, el señor García Margallo, arguye que “nuestro alto número de parados” impide el acogimiento de quienes huyen hacia un horizonte que se les niega. Y no pasa nada, ni va a pasar nada, salvo algunos acuerdos cortoplacistas, porque, al cabo, ¡nos han enseñado a vivir sin preocuparnos de lo que les pueda suceder a nuestros semejantes!.
Mientras sigan corriendo nuestros flamantes y millonarios futbolistas a ofrecer sus triunfos a las patronas y patronos de sus ciudades, o a pedir esas victorias que habrán de labrarse ellos, mientras todo se deja en manos de esos dioses en nombre de los cuales todo se justifica, para desatar la euforia, para soportar la resignación, y para que, a la postre, las responsabilidades se difuminen . . . porque ya estamos acostumbrados a “que se escapen de rositas”, ayer, hoy, mañana. . .
Mientras el horror continuará y el crimen, por lo tanto, ya se va insensibilizando en nuestras conciencias, sin llegar a rozar la causa primera de todo lo malo, lo miserable, lo criminal que va devastando el planeta que ya apenas nos cobija, y habrá que referirse a “la desigualdad” creciente, insoportable, perversa y vil, la que enriquece a unos pocos y desampara a la inmensa mayoría, porque es 2esa desigualdad” maligna la que origina todos los males que van socavando los cimientos de cualquier civilización digna y decente.
¿Alguien puede explicar el por qué de los cinco años de la guerra en Siria, de los doce millones de refugiados de Irak, Afganistán y Siria?, sin que la clase dirigente, los estadistas pletóricos de ínfulas hayan sido incapaces de impedir el espanto y el crimen. . . mientras siguen aferrados a su poder . . .”manchado de sangre”, sin responsabilidades políticas, penales. . .mientras solo se tratará de encontrar y culpar a unos cuantos traficantes de seres humanos, de los del escalón más bajo, sin llegar a atreverse a tocar, a molestar a los responsables endiosados, tras sus fortunas rampantes sobre el sufrimiento de millones de seres humanos.
Y aún tienen el valor de aparecer “contritos” los dirigentes que “osarán explicarnos que podrán hacer poca cosa”.
El gobierno islandés solo estaba dispuesto a acoger 50 refugiados. La población islandesa reaccionó por las redes sociales y mostró su disposición a acoger a muchos más . . . porque su disposición se alejaba un mundo de la de su gobierno.
El gobierno español regatea entre 2.500 o 5.000 refugiados para poder acogerles y ponen de coartada a los desempleados propios, ¡qué vergüenza!, sin asumir ninguna responsabilidad, sin tener en cuenta que . . . “se trata de seres humanos”.
Y entretanto para ocupar portadas, componer titulares, reclamar declaraciones. . . la foto de un niño muerto, sobre el rebalaje mudo y gélido de una playa turca, mientras . . . el mundo seguirá lamentablemente ajeno a todo este horror . . .camino de ¿la autodestrucción imparable?.
La foto de un niño de tres añitos, blanco, bien vestido, muy muerto, una bofetada en cada uno de quienes . . .¡no aguantamos más, tanta desvergüenza, tanta indecencia, tanto crimen inhumano e impune!. . . ahora mismo que ya estamos olvidando a los millones de seres humanos que no pueden seguir pasando más hambre y tener paciencia . . .a la vez.
Torre del Mar septiembre – 2