En Alemania los movimientos nacionalistas, xenófobos y racistas despliegan su odio contra la candidata a alcaldesa de Colonia, por cierto, elegida con un 51%, con un vil atentado hacia su persona, provocando ataques a Centros de Refugiados, manifestaciones violentas en Dresde y en otras ciudades, desarrollando la inquina y la insolidaridad más inhumanas.
En Hungría las medidas coercitivas, mezquinas y viles, xenófobas, encerrándose tras las alambradas erizadas de concertinas, impidiendo el paso de los miles de refugiados camino de Alemania, desarrollando asimismo el odio, el maldito odio cobarde y miedoso, ese odio “consentido y asumido” por una Comunidad Europea que aún no ha expulsado a “su socio húngaro”, mientras racanea “la ayuda prometida” . . . a quienes , ¿a quienes?. . .
A quienes ha resultado tan fácil olvidar, a esos miles de refugiados sirios que ya sufren los rigores del invierno, del frío que hace llorar y tiritar a esos bebés, a esos niños . . .que lloran y tiritan, que lloran y rechinan de miedo, de frío, en las noches desoladas, en la vieja e insolidaria Europa que calla y mira para otro lado, mientras siguen ahogándose niños en las orillas de las playas de Europa, y ya, tal vez, “solo queremos olvidar”.
Y duele tanto el odio acobardado, el odio oportunista, el odio que pretende olvidar antes de tiempo, el odio xenófobo y racista, el odio acomplejado y perverso, el odio que debería avergonzarnos y sin embargo ¿no será para tanto . . . si ya nos van afectando un poco menos cada día las imágenes de la desesperación de miles y miles de refugiados . . .?.
Después de todo qué más nos dará lo que sufran los pobres que escapan . . . del hambre, de la miseria, del odio, de la persecución, de la injusticia, de la guerra, de la desigualdad . . . si nosotros logramos “guarecernos en nuestras conchas acorazadas e insensibles”.
Madrid octubre – 2.015