N O E N M I N O M B R E

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Practicando pues “la política del silencio” porque no les conviene, preferentemente, a los partidos mayoritarios, el PP y el PSOE, con cobarde mezquindad, ocultando a la ciudadanía “sus intenciones” porque siguen pensando que sufre “minoría de edad”.

                                               Hasta que lleguen y se celebren las elecciones, con las proclamas a “la unidad sacrosanta de los demócratas”, aunque ¿de qué democracia estamos hablando?, la misma aliada con la “adormidera” de que ¿quién se acuerda de . . . nada?, de los desahucios, a miles, del tratamiento con los enfermos de Hepatitis C, con los recortes salvajes en Sanidad y Educación, con el rodillo salvaje de una mayoría absoluta que ha “gobernado sin consenso”. Los mismos que hablan de “la sagrada democracia”, ¿esa misma democracia que aprobó una reforma laboral salvaje, una instrumentalización de la justicia burda y grosera, una reforma de la Ley de Seguridad, ley mordaza, . . .?, como para culminar en una política del PP, con su Rajoy al frente, negándose a debatir con las tres fuerzas que también tendrán incidencia en la siguiente legislatura. . .

                                               Y seguirán atenazándose a “la unidad de según qué demócratas”, ahora llevándonos a abrazar, mediante emoción justificada, la “llamada a la guerra”, a los bombardeos a DAESH, que de momento ha logrado la subida en la popularidad del presidente Hollande, en 10 puntos, como para que se tome nota, con nuestro Rajoy tomando nota aunque su mejor argumento haya sido y será seguir “poniéndose de perfil”.

                                               Mientras se aprestan los tambores de guerra por todo el mundo más desarrollado. Dando por bueno el reto de los “bárbaros y crueles terroristas de DAESH”: ¡A la guerra!.

                                               En España tenemos triste experiencia de quienes provocaron durante décadas a España entera a aceptar el desafío del “conflicto armado”, de un país contra una banda terrorista, y, acertadamente, no se cayó en la celada. Y se atacó, y se arrinconó, y se venció a la banda criminal hasta su derrota, con un camino, por cierto, que recorrer hacia el futuro más deseable y más venturoso. Con un balance de más de 900 muertos entre los españoles caídos en viles atentados.

                                               Pero no sé por qué razón, o sí que se sospecha sobre qué razones de supervivencia en el poder . . . ahora se invoca ¡la guerra!.

                                               Cuando se trata de interceder en el presente sin haberse preocupado del futuro. Con la amarga experiencia de un pasado injusto, destructor, que no ha solucionado nada, muy armado, y que ha empeorado la situación geopolítica hasta las consecuencias actuales, sin que, por descontado, a ninguno de los “creadores del gran caos, del gran crimen” les haya sucedido nada malo, a Bush, Blair y Aznar . . . y los compinches que les votaron, jalearon, siguieron . . . Recordaríamos que el PP, con Rajoy al frente, vitorearon aquella vergonzante votación en el Parlamento . . .para apoyar a la guerra de Irak.

                                               Pero ahora toca “esconderse”, cuando ya he oído a muchos “voceros mediáticos” hablar de “aniquilar” a los terroristas y a cuantos desgraciados osen juntarse a “esas malas compañías”.

                                               Mientras los países árabes “amigos” siguen intactos en sus políticas atentatorias con los derechos humanos más básicos.

                                               Pero qué importa y solo importan los cálculos electoralistas.

                                               Así pues, ¡No a la guerra! y todo mi apoyo a la lucha de la “inteligencia, de la policía, de las políticas intransigentes y duras contra las ayudas internacionales al terrorismo yihadista y al tráfico de armas. . .”  

                                               Y, por cierto, los códigos penales son suficientes para asegurar la persecución y la desactivación de los terroristas, al amparo de la ley, sin concesiones a la “mal llamada seguridad que desprecie y coarte la libertad”.

                                               Ayer Turquía derribó un avión ruso, el balance fue un piloto del avión muerto. A partir de ese momento, las cancillerías del mundo rico han intentado “calmar los ánimos”. . . ¿lo conseguirán siempre?. ese piloto muerto que será ¿un mártir, un héroe, una víctima o un títere derribado y olvidado ya?.

                                               ¡No en mi nombre!.

 

                                               Torre del Mar     noviembre – 2.015