NO SON LO QUE ERAN

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En cualquier caso “no son lo que eran” o eso me parece a mí, a aquellos “mandarines” del mando en plaza sobre un país que se asomaba a la democracia, ¡bendita ilusión! y ¡desvalida ingenuidad!.

                                                           ¡Tan crecidos en las distancias cortas!, nuestros dirigentes áulicos, tan demócratas, sin duda, cuando resulta que era la principal aspiración de un “pueblo soberano” que aspiraba a otro orden de cosas. Con sus “puedo prometer y promete”, o el “por consiguiente”, y el “yo se lo voy a explicar y usted lo va a entender y sin acritud”, los inolvidables Suárez y González, padres y forjadores de la “Transición” archifamosa, traída y llevada, con nuestros protopresidentes democráticos tan “sacamuelas, vende peines”, tan del común que nos llegamos a creer que eran como nosotros, tan cercanos, y ¡dale a la cercanía!, sabiendo muy bien “hacer lo que debían” para que el cambalache se produjera sin grandes sufrimientos y menos detrimentos a los verdaderos amos del cotarro, mientras se forjaban los cimientos de lo que fuera luego a . . . ¿pudrirse? . . . del todo.

                                                           Hasta que llegamos al del “váyase señor González”, paladín de la “pulcra honestidad a rajatabla”, en boca del señorito Aznar, tan amigo de sus amigachos todopoderosos y su “créanme cuando les digo que . . .”, en tanto se fraguaban montonadas de indecente corrupción a la par que él fruncía el entrecejo.

                                                           Y todos nos dieron el “pego” de hombres de Estado. Mientras algo había cambiado para que permaneciera idéntico el Estado de la desigualdad complaciente, sin estridencias, sin apartarse del rebaño, hasta llegar adonde hemos llegado.

                                                           Con el señor Zapatero y sus bienintencionadas ideas sobre el respeto y la convivencia mutuas, sometido al vaivén y los turbiones de la realidad que le “evaporó” del mapa, hasta llegar al meritorio impasible y gélido, “voz de sus amos”,que buen vasallo si hobiese buen señor”, Rajoy y sus renuncios, Rajoy y sus sacrificios en los lomos de los más desfavorecidos, Rajoy y sus “espantás”, Rajoy y su complicidad silente y negada con la pestilencia que destila su partido . . . el “enfangado PP”.  

                                                           Con el espectáculo mediático puesto en marcha, con el “debate definitivo”, ¡!, y los cuatro en liza, bueno los tres y la “puesta en el brete por orden y discreción del candidato ausente”, con la becaria “vale para todo” y el candidato socialista oliendo a viejuno, a “dejá vu”, a vuelta a lo mismo, a caspa y casta, arropando a los emergentes, Podemos y Ciudadanos, más frescos, algo resabidos, con ideas puestas a disposición de la sociedad votante, limpios . . . ¿hasta que se ensucien?, decididos, con un aval de esperanza y aire nuevo, aunque la sospecha también asome, tras quienes argumentan, polemizan, lo intentan y no dan un paso atrás, mientras el espectáculo gira y gira en medio de un espectáculo que trata de animar a la participación ciudadana, porque, para bien y para mal, es responsabilidad de todos . . . la fe en el futuro o el desaliento insuperable.

                                                           ¡Decidamos pues!. Después de todo no son lo que eran. .  .

                                                           Torre del Mar     diciembre – 2.015