L A C H A R C U T E R A

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La charcutera regenta, a título de empleada de a 800 euros al mes, un cuchitril muy pequeño abarrotado de chacina, quesos y otros aditamentos más o menos alimenticias. Añadido.

                                                           La charcutera de mi barrio trabaja de lunes a sábado, de nueve a nueve, con un descanso al mediodía de un par de horas. En el verano y en Navidad también abre por las mañanas para forasteros y turistas. El jefe de mi charcutera cree que no se puede perder ocasión para sacar unos euros. Cada dos o tres días pasa para recoger la recaudación que guarda la charcutera en su casa, porque la muchacha es de fiar.

                                                           La charcutera de mi barrio tiene 21 años y desde los 15 está trabajando en el mismo lugar. Es trabajadora y tiene el establecimiento como los chorros del oro.

                                                           Suele tener buen humor, aunque últimamente se queja del estómago. Lleva más de dos meses con molestias y no encuentra tiempo para ir al médico. Una noche fue a urgencias, la tuvieron una hora en reconocimiento y la remitieron al médico de cabecera, pero, claro, ella no puede dejar la tienda.

                                                           El otro día me contó que tenía novio, que era encofrador, así que “se pasa todo el día con el hormigón”, y que están construyendo una casita, poco a poco, en un campito, para cuando se casen ir a vivir a la casa que van construyendo . . . los domingos.

                                                           La charcutera de mi barrio está convencida que para trabajador su novio. Ella dice que no se puede quejar aunque pase en la tienda más de 10 horas diarias.

                                                           La charcutera de mi barrio tiene proyectada su vida, sin mayores altibajos, desde los quince años en que empezó a trabajar, junto a su novio con quien empezó a salir a los dieciséis.

                                                           Espera seguir trabajando . . . aunque deba atender, una vez que se case, de la casa y de los hijos que vayan viniendo.

                                                           La charcutera de mi barrio es tal vez ¿una heroína?, ¿una patriota anónima?.

 

                                                           Torre del Mar     diciembre – 2.015