«LECTURA Y VIDA»

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Leer y vivir, desde cuando la tuve la dicha de comenzar a leer y entender lo que leía, y disfrutar y desear seguir leyendo, y pasar pronto a devorar palabras y líneas de palabras y frases, y líneas y páginas de palabras que me relataban aventuras y me describían imágenes, mientras iban a pareciendo personajes, verdaderos, históricos, ficticios, . . . y los lances se sucedían y las emociones iban impregnando mi atención y mi interés, mientras seguía leyendo y amaba lo que hacía . . . hasta hoy porque han sido muy raros los días en los que he dejado de dedicar unos pocos minutos, un rato largo a embeberme en la práctica de la lectura.

Hasta el punto de poder afirmar que la lectura ha formado y forma y conforma mi vida, de tal modo que se me hace inimaginable intentar pensar que pudiera o hubiera tenido que prescindir de la lectura.

Como decía Umberto Eco: "Quien no lee vive una sola vida, quien lee vive cinco mil vidas". Emocionándome, disfrutando, despertándome a la curiosidad, al conocimiento, a la pasión.

Desde mis tiempos adolescentes en la biblioteca de mi barrio, cada tarde, enfrascado en cientos de aventuras escritas y leídas, hasta mi tiempo actual, más sereno, más concienzudo, más afín con el ensayo o con la reelectura.

Y sigo viviendo . . .como sigo leyendo, con curiosidad casi infantil, con emoción preadolescente, con determinación adulta . . .porque no me imagino dejar de seguir leyendo a diario.

Y un nuevo curso escolar se inicia. Y ya se discute si los niños han de saber leer con cinco, seis . . . añitos. Y ya se ha programado e imprimido en los textos oficiales las lecturas y sus dificultades para ver cuántos niños se convierten en ¿jóvenes lectores?, previa la superación de ¿la reválida correspondiente?.

Aunque en el camino se hayan ido quedando cientos, miles, millones de niños en un via crucis por el objetivo académico de llegar a dominar y profundizar en la lectura . . . hasta el punto de llegar a odiarla cordialmente, profundamente.

Hasta llegar a hacerse hombres y mujeres adultos que no tendrán buenos recuerdos de cuando se "les obligaba a leer" . . . sin que ellos se enterasen de nada, sin olvidar jamás la tortura que supuso curso tras curso tener que enfrentarse a "esa ardua tarea", sobre la que jamás encontraron ninguna razón para llegar a dominarla, a disfrutarla.

Curso a curso, año escolar tras año escolar, sin que el sistema, la sociedad, la familia, los maestros . . . consiguieran hacer atractiva la práctica de leer y vivir, de vivir y leer, aprendiendo leyendo, leyendo para aprender.

Hasta el fracaso generalizado por mucho que nos pasemos escudriñando los eslóganes más rotundos, deletreando los "whatsapps" que se reciben continuamente para volver a contestarlos a la carrera.

Y de nuevo, un año más, un curso más, dejando para el siguiente, para los siguientes, la "sagrada misión" de reunir todo el entusiasmo, toda la energía, toda la capacidad para ayudar a nuestros compatriotas, niños y niñas, a adentrarse con valor e ilusión en el mundo imprescindible de vivir "gozosamente". . .¡leyendo!.

 

Madrid septiembre – 2.016