¿L A T A U R O M A Q U I A?

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¡Ovaciones cerradas, broncas rotundas, y olé, en el ara de la inmolación inducida, ¡váyase a saber!, en el rito consagrado de las esencias patrioteras, por el taurinismo elevado a la indiscutible parafernalia del arte “en vivo”, ¡o así!.

Y en los tendidos “la verdadera fiera” que aseguraba “Guerrita”, y en el redondel “el artista, el matador, el torero”, “el mito, el figurón, la magia hecha ¡pasmo de Triana y el poderío del Gallo!”, por el arte de “Cúchares” desde el rondeño Pedro Romero que estoqueó 8.000 toros sin un rasguño, hasta el rincón de Ordóñez, por el perfeccionismo del sabio de Camas, . . . hasta la natural fragilidad de Curro Romero, la media verónica “detenida” de Morante, hasta la máxima expresión del arte del estoicismo hecho pase al “noble bruto, al toro totémico” que embiste, “quieto” el rey abdicado del toreo en los siglos XX y XXI, a un paso del “misticismo morboso”, en el platillo del albero, como un dios intocable y lejano, puro derroche de genialidad, entronizado rey del toreo, tras haber recorrido “la miel y la hiel” del toreo, y estamos hablando del “estólido José Tomás” que, de tiempo en tiempo, baja a la tierra a pasearse, en plazas de tercera, a mostrarnos su sublime arte “regalado” a los 8.000 aficionados “ricos” que pudieron pagarse una barbaridad para ver “el milagro del arte taurómaco” en donde carece de la importancia precisa y obligada mientras no se decida a hacer el paseíllo en Bilbao, Sevilla, Madrid . . .

A la vez, hace también muy pocas fechas, en Las Ventas de Madrid, tras el paseíllo protocolario, cuando un joven de nuestro tiempo, “un maestro” doctorado en el oficio de torear y matar toros, un joven malagueño, Saúl Jiménez Fortes, tuvo que salir al tercio a “saludar” una ovación atronadora, en reconocimiento, seguro que sentido y emocionado, público por su carrera artística y humana tan sufrida, tras tantas cogidas terribles, en su afán por llegar a ver cumplidos sus sueños de verse en “figura del arte de torear”.

Un joven de hoy, con sus carnes rotas por las astas de los toros. Un joven matador que aspira a llegar a ser un figurón del toreo, a pesar de todos los sacrificios que le supongan realizar para llegar a ver sus sueños hechos realidad.

Sin que seamos quienes para juzgar tales aspiraciones, aunque no entendamos muy bien la razón de tanto denuedo por tan alto precio, frente a una juventud que a veces ¿nos defrauda, nos sorprende . . .?, y sin embargo con tantos jóvenes con una fuerza invencible, también, por llegar a ver cumplidos sus sueños.

Con “la tauromaquia” tan en entredicho a pesar de todo.

 

Torre del Mar mayo – 2.016