40 aniversario AA VV El Palo

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Desde la propia realidad vecinal, en aquel primitivo intento de resistirse a ser . . . sometidos a la inanidad de ser cuasi invisibles, por ejemplo, arrabaleros por definición y decisión de quienes mandaban y se ocupaban de ¿otras cuestiones más importantes?, cuando resulta que el barrio ya existía antes incluso de ser barrio, cuando el barrio solo era el germen de lo que podría llegar a ser. . .

Porque la ilusión y la capacidad de sobrevivir a pesar de todos los obstáculos se constituyó en la razón de ser del barrio paleño, ¡sin duda!.

Y por eso toca ahora celebrar los 40 años de funcionamiento de la Asociación de vecinas y vecinos de El Palo, la misma que siempre ha sabido y ha querido acogerme con esa sensible y enriquecida humanidad que tanto se echa en falta en los tiempos actuales. Porque siempre han estado ahí, para sentirse orgullosos de su barrio.

Desde que el barrio era barrio de pescadores, desde sus chozos y sus cuevas, por no dejarse rendir, desde el arrabal que nacía, desde el hambre y la pulsión vital por no dejarse vencer, desde el coraje y el esfuerzo diario, desde el copo que encerraba los sueños de un sustento azaroso, de un empeño superviviente a prueba de cualquier debilidad que hubiera supuesto el fin, desde los pies hundidos en la pedriza de la orilla  jalando . . . el tesoro de la vida que puede llegar tras el esfuerzo, diario, cotidiano, desde la fe en que cada día que amanece siempre es el primero de todos los que vaya a poder vivir. .  .

Así pues que felicidades y enhorabuena, a las y los protagonistas que, jornada a jornada, se levantan con toda la ilusión por seguir mejorando su barrio, porque, en realidad y sobretodo, aman su barrio, porque forman parte, porque son ellas y ellos el barrio mismo.

Porque no regatean su esfuerzo por sentirse paleñas y paleños, Porque han aprendido a amar su necesidad de sentirse vivos, Desde su barrio, desde su gente, desde la misma razón que da sentido a su  empeño por levantarse una y mil veces, como ha hecho el barrio, por no dejar de ser, precisamente, El Palo, abigarrado caserío, con su palpitante vitalidad, colorista, sui géneris, singular . . . 

Y por eso me siento cerca del barrio paleño, porque he conocido a su gente, porque son amigos míos vecinas y vecinos que se desvelan, a diario, desde la Asociación de vecinas y vecinas, por su barrio, desde el entusiasmo de su generosidad y bonhomía. Porque yo solo puedo agradecer, también a diario, la suerte de haberles conocido.

Y que siga la singladura, que continúe la proa buscando el futuro frente al oleaje de la incertidumbre que no asustará a las mujeres y hombres de El Palo.

 

Madrid    mayo – 2.016