D E S M E S U R A

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El fútbol es benéfico . . . conduce la hostilidad o el resentimiento por caminos más inocuos . . .”, y ¡todos tan felices y encantados de habernos encontrado . . . tan entretenidos!con “o rey del deporte”,!, y ¡qué viva el fútbol manque pierda la mesura y el buen sentido del fair play, aunque de paso se eviten ¿males mayores?!. Pues muy bien y si se trata de eso, de que la manada abreve en orden . . . y que nada ni nadie se desmande más allá de lo conveniente y recopurable.

Y los padres con sus retoños soñando que puedan llegar a ser estrellas del balompié y lleguen a jugar y ganar la final de cada semana, por muchos millones de euros, naturalmente. Y de momento la camiseta oficial del equipo súpercampeón a 140 euros. Y de ahí para abajo hasta la copia falsa y muy sintética.

Aunque el precio de coste de todas las camisetas sea mínimo y los talleres donde se fabriquen malolientes, insalubres, desatentas a los derechos laborales mínimos y decentes. Pero ¡qué felices con la camiseta de nuestro equipo campeón!

Mi madre que era de Bilbao me comentaba con frecuencia, que hace mucho, cuando el Athlétic estaba en la cima de sus victorias y, sin embargo, su esplendor futbolístico ya empezaba a decaer . . . muchas madres de familias se alegraron porque la economía, entonces, podría enmendarse, y no se harían dispendios eufóricos y atolondrados de presupuestos domésticos que no llegaban a fin de mes, para acompañar al equipo, para celebrar sus éxitos, para subvencionar la alegría de la copa, del liderato, de la victoria . . . y sí, en cambio, podría llegar el tiempo de la prudencia y el sentido común, de la economía ajustada, también desde la trastienda de la cara del fútbol que no se muestra, desde la ilusión contenida, y el divertimento por un juego, ¡oigan, un juego!, que tanto nos divirtió de niños. Porque un viaje a San Siro, en Milán, tiene que costar una pasta y estoy seguro que muchísimos de los que fueron, más de 60.000 aficionados españoles, no tenían liquidez para afrontar tan extraordinario gasto. Pero qué se le va a hacer . . .el equipo lo merecerá, . . .si gana y ¿si pierde?, y luego ya se renunciará a las vacaciones, nos guste o no el fútbol del carajo.

Y tras la final, la Eurocopa, y luego “el mono” del verano . . .y enseguida vuelta a empezar, desde los torneos veraniegos a los derbis de cada semana, la apuesta que nos empobrezca un poco más, a la baja, a rebufo de favoritos, y así de nuevo hasta la media docena de partidos de final de temporada, que hagan historia cada mes . . . una final y la siguiente, a costa de nuestra calderilla, contemplando la obscena adoración al dios dinero en calzones cortas, olé y olé, ¡a por ellos, a por ellos, oé, oé!, por ese efecto benéfico que nos cuenta . . .el inefable Marías para que sigamos la estela de la victoria forrada de millones de balones de oro que no tocaremos y que tampoco repartirán, a no ser donde los “chinos” una burda copia en plástico dorado. .

Cuando resulta que solo se trataba de . . . un partido de fútbol. . . Once contra once, esforzados muchachos, millonarios espasmódicos de gomina y look actualísimo, hábiles con la pelotita que puede o no entrar al fondo la red. Con nuestras ansiedades encauzadas, nuestras iras y frustraciones encarriladas, nuestras rabias y reivindicaciones domesticadas, con nuestra clarividencia anestesiada . . . por mor del efecto benéfico, de adormidera, de láudano placentero, por no llegar a comprender nada de lo que nos van . . . jodiendo, . . . mientras gritamos que ¡viva el fútbol!, y los más descerebrados van gritando y gritando, jaleando y jaleando hasta llegar a ponerse al servicio del ¡miedo y el odio!, ¿seguro?, por una copa que enardezca a la población mundial, y por mor del discurso imperante y dominador.

Y como decían mis padres: Hemos ganado la copa del mejor, ¡La vida ganada!.

Y la acorazada de la propaganda que habrá de amansarnos en perfecto estado de revista , con esa alegría de vivir que da la inercia de la marea enfebrecida.

Y dios, único y verdadero: el becerro de oro y en el santoral el “san fútbol” a la diestra del dios padre. Amén y aleluya porque ganaron ¿los míos?. . . y si no. . .a la próxima.

    Madrid mayo – 2.016