aventado el sudor y el empeño por haber logrado el pan del futuro, desde tiempo inmemorial, desde cuando la piedra golpeaba a la piedra hasta romper los granos y poder llegar a amasar la harina, desangrada, prístina, como alimento fermentado o no, pan de trigo, con o sin salvado, pan de dios, pan que se besa, , pan que ha aliviado hambrunas, ha surtido navegaciones a ultramar, con alforjas, talegas, sacos y sacas de panes de telera, de mendrugos de hogazas de pan moreno, de migas candeales y cortezas rudas y rústicas, para sopas de leche, de pan, para migas de madrugada, de pastores y labriegos, para untar en los ranchos compartidos, de los guisos de amor familiar, de cocina de lumbre, el pan hecho de grano y grano, desperdigados millones de granos . . . para ser espigados, para poder germinar sobre caminos y roderas, para llegar el grano recolectado al molino sempiterno, taciturno, cansino, bajo el canto sordo y consistente del velamen sujeto a las aspas hasta convertirse en brazos de gigantes amenazadores, a la vista de don Quijote, el caballero andante que creyó enfrentarse a malandrines que parecían molinos, mientras las piedras molineras no cesan . . . como para no dar por desperdiciados ningún grano que fuera a ser triturado para soltar su carga candeal, a pesar de cuantos se perdieron, en el olvido y la germinación estéril, para terminar, al cabo, grano a grano, hasta ser capaces de suministrar el bocado crujiente sobre mantel de lino, y también pan de varios días para el almuerzo campero de braceros y jornaleros, para acompañar la comida en familia, a diario.
Y entonces y por eso mismo el grano de trigo se siente humilde, tanto como insustituible.
Como cuando nosotros también asumimos nuestra insignificancia, desde su responsabilidad cotidiana, desde sus logros o fracasos particulares, para llegar a mejorar el mundo, o sencillamente para soñar con ello, hasta llegar a sentirnos imprescindibles, después de todo, voto a voto, grano a grano, hasta hacernos invencibles, siquiera en el intento de dar una oportunidad a la aventura de participar, grano a grano, voto a voto, . . . “que ayude al compañero”.
Porque somos tan poquita cosa, así tomada de uno en uno, que no podemos dejar de sentirnos muy poderosos cuando un voto más otro voto y más otro y más otro . . . lograrán hacer . . . granero.
Torre del Mundo junio – 2.016