En los grabados japoneses las figuras animales y humanas apenas resaltan en medio del paisaje que enmarca la realidad mínima, viva y feraz, tan insignificante.
Siendo tan poca cosa, y así el vuelo de una mariposa puede llegar a provocar un maremoto en las antípodas.
Y sin embargo corremos a ocupar el gran espacio, cubiertos de medallas y resonancias, sujetos por nuestra propia mediocridad no reconocida.
Y corremos a creernos que somos más de lo que jamás llegamos a soñar, incluso tras cuantas pesadillas podemos imaginarnos.
Siendo tan poquita cosa.
A pesar de la realidad rampante, desde arriba organizándonos hasta el mínimo detalle, como si no fuera posible otra realidad.
Cuando ya se ha erradicado la discusión sobre el bien y el mal, cuando cualquier búsqueda de esclarecimiento solo puede y debe ser castigada por el ojo vigilante, el Gran Hermano, el Dios único y verdadero, porque nadie ha de ser salirse del paraíso sin permiso de arriba, aupada la ignorancia a la resignación debida.
Aunque los rebeldes se amotinen en la resistencia que no cede. Mientras los menos van organizando la gran bacanal, por sentirse superiores, grandiosos, rehenes del poder que adoran y despliegan sobre la gran mayoría que apenas es menos que nada, sujetos de la programación que los tutela, en una perfecta y determinante secuela hacia la servidumbre debida, a través del embrutecimiento, panem y circus. Mientras nada es inocente, y nadie asume su responsabilidad, porque siempre se puede señalar . . . al de al lado.
Resignados entonces a esa insignificante peculiaridad que nos vaya hundiendo en el vasallaje debido y perfecto, porque de eso se tratará.
Por eso pregonan la urgencia y la trascendencia, desde las alturas de los bien asentados, para que haya un gobierno, es igual, privada la ciudadanía de su "laborioso" protagonismo, porque hay que escapar de toda votación que nos despierte con unos resultados "inesperados", porque, en realidad, dará lo mismo un programa de gobierno que otro siempre que cualquiera de los gobiernos legitimados por la mayoría de la representación popular pueda y procure no desviarse demasiado de las . . . "líneas maestras" del programa que defienda "los intereses de los menos frente a la precariedad de los más", y no hay más que hablar bajo los orates del "gran poder".
Torre del Mar agosto – 2.016