Ahora resulta que el pacto se escenifica, muy patriótico, con el PP, el mismo partido defenestrado mental y políticamente por los "Ciudadanos" del Albert Rivera . . . tan entregado al bien público.
Y uno no entiende tanta versatilidad, y uno echa en falta cierta entereza moral. Porque si es verdad que si Albert Rivera "se ha caído del caballo de sus errores" sol ole quedaría hacer una cosa que le ennoblecería: irse a su casa con sus principios reconvertidos.
Y con él, seguramente, algunos más. Tan confiados tanto en volvernos a mentir, a todos, ahora que nos venden "un pacto de investidura" a partir del cual, una vez nombrado presidente el tal Rajoy, deberían gobernar con sus 137 escaños, o se trata de "un pacto de gobierno" que volverá a traernos, que no se han ido, un gobierno dilecto, puro y duro, de derechas.
Y de nuevo el chuleo volverá a imponerse, a falta de la "colaboración necesaria" de un PSOE arrinconado por los "biempensantes" de demasiadas guaridas.
Y en esas estamos, en un mamoneo que ¿nos merecemos o no? . Pues es lo que hay cuando los principios son tan maleables y la fragilidad de lo prometido en los programas y las proclamas haciéndose añicos.
Mientras unos cuantos aún creemos en la necesidad de tener principios, incluso siendo inamovibles, incluso cayendo en la capacidad de cambiar de principios . . . yéndose a casa, dejando paso a otros que hayan ido defendiendo lo mismo o lo parecido.
Y sigue el teatrillo de los titulares en una acción política que consigue autodesprestigiarse sin descanso, olvidados los problemas personales, concretos, de la ciudadanía relegada al ninguneo cruel y mísero, mientras los "empecinados" de la derecha siguen intentando el trágala del continuismo en las políticas que nos han sumido al pozo actual, con la "colaboración imprescindible" de Albert Rivera, con la inoculación pretendida de una ciudadanía que no soporta tanto hedor.
Torre del Mar agosto – 2.016