Los cuentos y sus relatos

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Buenos o malos, víctimas o verdugos, hadas u ogros, princesas o dragones, sapos o sastrecillos, … reconocibles hasta el detalle, sin posibilidad de iniciativa propia porque hace cientos de años que se contaban los cuentos … antes de quedar escritos para … no perderse, para que no se olviden.
Cuentos de siempre, pues, cuentos de la tradición oral, cuentos repetidos al albor tibio de las lumbres encendidas en los atardeceres … mientras se cernían las penumbras y las imaginaciones infantiles se echaban a volar, arriba de las chimeneas junto a los humos algodonosos, una y otra vez, escuchando los relatos imborrables de aquellos cuentos que tanto nos emocionaban.

Y, por lo tanto y de manera evocadora, pretendo volver a reencontrarme, tal vez impostando mi propia voz de adulto, tal vez como si fuera una voz aniñada, volviendo a revivir aquellos cuentos que llenaron nuestras infancias de magos y gigantes, de cenicientas y leñadores, de ratoncitas y príncipes, … a expensas de sus afanes y aventuras, al compás de las entonaciones apasionadas, acertadas con las palabras justas, a merced de las emociones que no ceden ante la decisión de vencer a los malos, a favor de los buenos. Porque era muy fácil tomar partido, porque era inevitable creerse hasta las comas de los cuentos, porque eran relatos verídicos y nosotros niños dispuestos a vivir, a gozar y a padecer cada intríngulis de cada relato, de cada cuento.
En un mundo actual empobrecido de datos e imágenes fijas, a expensas de que acabemos defraudados de tanto malos relatos de buenos y más buenos, como si viviéramos en burbujas que flotan en los limbos para niños, mientras abajo, en la tierra, transcurre la vida de verdad, con sus sinsabores y contrariedades, mientras se pretende hurtar a los niños de hoy de todo cuanto les incomode, como para que los cuentos de antaño anden un poco a la contra porque para alcanzar la felicidad antes hay que superar los obstáculos.
Aunque los finales de entonces solían terminan comiendo perdices, coloreando el escenario de colorines imparables.
Cuentos y relatos recuperados del desván de la memoria.
De Caperucita al lobo feroz, del ogro a Pulgarcito, del alegre leñador al pastorcillo mentiroso, de Ricitos de oro a la Bella Durmiente, De Hansel y Gretel a la bruja, de entonces a hoy sin dulcificar demasiado el relato que ¿todo lo cura?

Madrid    septiembre – 2.017 …