La tortuga era lenta pero muy resistente, la liebre era muy rápida y se creía que era la más rápida.
La tortuga caminaba pasito a pasito, la liebre brincaba y saltaba continuamente.
Un día se juntaron ambas y se contaron sus habilidades, una hablaba de "su resistencia", la otra de "su velocidad". Y como cada una se consideraba mejor que la otra apostaron por "echar una carrera" y comprobar quien llegaría antes a la meta.
La liebre estaba segura de que iba a ganar. La tortuga callaba y confiaba.
Se colocaron en la línea de "Salida" y el zorro dio la señal.
La liebre echó a correr a toda velocidad y logró enseguida una gran ventaja. La tortuga inició su caminito hacia la meta, poquito a poquito, sin pausa, sin desanimarse, confiada en su gran resistencia.
La liebre, a mitad del camino, miró hacia atrás y pudo contemplar lo alejada que estaba la tortuga, pasito a pasito, aún casi como si acabara de empezar la carrera.
La liebre, muy confiada, decidió descansar un ratito, y así se echó sobre la hierba, bajo un árbol muy grande que ofrecía una fresca sombra. Sin que se diera cuenta la liebre se quedó dormida.
Mientras tanto la tortuga no se detenía, pasito a pasito, caminando muy despacito pero confiando en su resistencia. Al rato pasó por donde la liebre dormía muy confiada. La tortuga siguió y siguió hacia la meta.
Cuando finalmente se despertó la liebre miró hacia adelante y pudo ver cómo la tortuga ya estaba muy cerquita de la llegada.
La liebre intentó alcanzarla, a toda velocidad, pero no pudo cruzar la meta antes que lo hubiera hecho la tortuga.
Al fin la tortuga fue declarada victoriosa. La "resistente" tortuga había ganado a la "veloz" liebre