Por la paz de las armas, ¡gran negocio!, ¡gigantesco negocio, el más floreciente!, y también por la dictadura de las palabras articuladas en las leyes,muy democráticas, muy al servicio de … ¡los amos del mundo! … justificando que el reparto de la riqueza sea tan infame, por la paz pactada de una claudicación cada cuatro años y de por vida.
Un año hace que el presidente de EEUU es el tipo que basó su campaña en contagiar el odio y la supremacía en aras de unos valores perversos y malignos, el mismo tipo que «tocaba los genitales a las mujeres» y al que le votaron 65 millones de paisanos, el mismo tipo que aseguró que si pegara un tiro a un viandante en New York no perdería ni un solo voto, y seguramente sabía lo que se decía. El mismo tipo que juguetea con el botón nuclear, a su criterio y discreción, amenazando a «los malos» que él señala, el mismo tipo que se ha rodeada de millonarios para gobernar y va a financiar, él y sus conmilitones, un muro que les va a hacer más millonarios todavía, el mismo que tras una matanza de 58 compatriotas a tiros por otro, blanco y racista, no ve necesidad de tocar ni una coma sobre el control de armas.
El mismo tipo, al que se le respeta, escucha, visita, se rinde pleitesía si hace falta porque ¡estúpidos!, ¡es el puto negocio!, acercándose a estrecharle la mano nuestros presidentes .
Nos quejamos de la sequía continuada, de los ciclones sucesivos, del deshielo de los polos, y tememos sus efectos y coincidimos en que el cambio climático es un hecho perjudicial y que lo pagarán muy caro nuestros hijos, nuestros nietos, pero, al cabo, «paparruchas», y para dar ejemplo de nuevo el emperador Trump negándose a tomar, él y su país, ninguna medida correctora, y ¡qué viva la contaminación si es un buen negocio!, y en cualquier caso ya le echaremos la culpa a la alcaldesa de Madrid cada vez que restrinja la circulación de los coches por la ciudad.
La noche que «los parias» de la tierra celebrábamos «jalogüín», los escaparates se cambiaban a toda prisa porque al día siguiente se iniciaba «la campaña de Navidad», y de hecho ya se han comenzado a colocar las luces del gran acontecimiento, anual e inminente como dicta el corolario del consumismo, muy navideño desde principios de noviembre, a expensas de que el mismo uno de enero reaparezcan las rebajas … y así sigue y sigue, y ¡qué viva el mambo!, aunque en el mes de octubre se hayan descolgado hacia el paro 154.000 de nuestros compatriotas.
Y uno piensa la angustia con la que se ha de saber malvivir si uno conoce que su trabajo tiene fecha cercana de finiquito barato.
Pero no importa, el stablishment ha de mantenerse como sea, ¡les va la vida y el estatus en ello, a los «amos del mundo»!, y también a sus conmilitones que se empapuzan de las migajas más suculentas. Al resto, inmenso y multitudinario, callado y revoltoso de tiempo en tiempo, pues eso mismo, que le den y, de paso, que gasten, que gasten, que gasten … y callen, y callen, y callen …
Por el orden establecido, ¡bienvenido!, con resistencia numantina a cambiar ni una mala tilde. Porque es imprescindible preservar «las cosas como dios manda», ¿?, para que toda siga igual o muy parecido.
Si uno añade a la mayor parte de los mandamientos de la Santa Madre Iglesia el de «a los ricos» … se entienden mucho mejor y se comprende su obligado cumplimiento: «no matarás al rico, no mentirás al rico, no desearás la mujer del rico, no robarás al rico …», porque respecto a los pobres qué más dará que se quejen o no, o qué carajo les vas a robar, o para qué desearles la porquería de su mujer … si en realidad con quienes te has de llevar bien es con los ricos.
Y todo esto parecerá una catequesis para simplones pero, también, puede ser el manual de comportamiento de … ¡los amos del mundo!
Y una vez establecido como bueno e inamovible el «stablishment», aprobado y bien aprobado por ley, ya todo irá sobre ruedas y quien quiera que pretenda salirse del carril, perseguido y anametizado será. ¿Por el bien de la comunidad?, ¡seguro!
Y que nadie, siquiera, busque firmas para solicitar cualquier cosa … ¿improcedente?, porque se encontrará con … ¡los amos del mundo! o con sus representantes en la Tierra, erradicada de ella, naturalmente, la envidia a … los ricos.
Que siempre habrá un «por consiguiente» que nos lo explique «sin acritud» para que lo entendamos todo a la perfección.
Y Endesa subiendo tarifas a «su ojo de insaciable cubero» mientras asistimos «acojonaos» a sus intenciones bastardas de «cambiar de sede», de un lugar a otro mucho más tranquilo, ¡vas a parar!