Al amanecer,
bajo la luna sesgada
de jirones que apenas se adivinan,
sobre la mar oscurecida por la noche
que ya agoniza,
a ras de la brisa marina que trae
voces y motores,
luces y espejismos de salitre
y esfuerzos ímprobos
de sombras
y redes.
Al amanecer desde la orilla,
los pies descalzos,
la mirada escalofriada,
la luna recortada,
sobre el horizonte ciego
los resplandores de los pesqueros
que apremian,
que recogen el premio
o la nada, al fondo de las nasas,
al fondo del desfondamiento
hondo e injusto,
la voz queda de los pescadores
jurando a escondidas …
porque aún no
… ha amanecido.
Al amanecer
en la mar mediterránea
con la proa enfilando el puerto,
con las bodegas
¿llenas? … de destellos
y escamas