Una vez aprobado en el pleno de la ciudad que las casas de la playa sean protegidas con la figura «entorno marengo y marinero» toca descubrir de dónde proviene este sustantivo cien por cien autóctono
Debe haber pocas palabras más bonitas y sonoras en el mundo que marengo. No la lea sólo, dígala. Empieza con una ‘ma’ bilabial, que recuerda a mamá, esa ‘ren’ vibrante, y ese ‘go’ oclusivo sonoro, que culmina el cierre de un vocablo de libro. Un sustantivo que se está perdiendo. Por desgracia.
El Ayuntamiento de Málaga, en su comisión de Urbanismo, primero gracias a una iniciativa de Vox, y más tarde en el pleno, por una moción del PP, insta al Gobierno a la desafectación dominio público marítimo terrestre de los terrenos de El Palo y Pedregalejo, las casas pegadas a la playa, «identificados en el anexo de la Ley 2/2013, de 19 de mayo, de protección sostenible del litoral en los términos indicados en la sentencia del Tribunal Constitucional». La enmienda, con el sustantivo que nos ocupa, llegaba de la mano del PSOE para instar a la Junta a declarar «el barrio de las playas del Palo, entorno único de tradición marenga y marinera de Málaga como Bien de Interés Cultural (BIC) protegiéndolo».
Con buen criterio, el socialista Mariano Ruiz Araujo apeló a un sentimiento muy paleño. Pero, ¿qué es un marengo y cuál es su vinculación con El Palo y Pedregalejo? Marengo aparece en la Real Academia de la Lengua (RAE) en su primera acepción de la siguiente manera: pescador u hombre de mar. La pesca ha sido una profesión tradicionalmente de hombres y lo sigue siendo, de ahí que el diccionario indique que es un nombre masculino. Los lugares de dónde proviene los deja claros: Málaga y Granada. Es decir, un marengo es un pescador oriundo de estas dos provincias.
El profesor titular de Lingüística General de la Universidad de Málaga (doctor en Filología Hispánica), Antonio Manuel Ávila Muñoz, hace referencia al marengo en un elaborado e interesante trabajo ‘Entre limonetis y malaguitas: Estudio del léxico divergente de proximidad’, publicado por la John Hopkins University Press, del que ya dio cuenta este periódico (SUR,25/11/2018). Ávila Muñoz hace hincapié en el apartado de sufijos, en la lista de localismos, que ‘engo’ de ‘mar-engo’ indica pertenencia o relación con algo. De ahí marengo, que «designa al hombre de mar, generalmente de El Palo, en la capital malagueña». También se podía usar para denominar a un vendedor de pescado, aunque en este último caso se utilizaba más el sustantivo cenachero, sobre todo para llamar específicamente al que iba con sus cenachos (cestas) vendiendo los frutos del mar por las calles y plazas.