Y ahora dicen que al Tribunal Constitucional “no se le obedece”. Y yo recuerdo que a mi hija le redujeron las vacantes ofrecidas para las oposiciones de Secundaria, en Andalucía, drásticamente a partir de una suspensión cautelar que dictó el dichoso Tribunal. El mismo que también suspendió el Estatuto catalán, el mismo que fue aprobado en el Congreso y en la misma Cataluña, mediante referéndum. Y no recuerdo desobediencia alguna en ninguno de los casos.
Aunque si recuerdo el desprestigio galopante que “se ha ido ganando a pulso” el inefable Tribunal, por mucho que nieguen que el cambalache exhibido a lo largo de demasiado tiempo.
Aunque ahora quieran “reformar por vía de urgencia”. La ley al servicio de los intereses legislativos, ¿o no?. Para que se pueda “suspender” si toca, por “el ordeno y mando”, y “sancionar” también, desde su criterio sagrado e intocable.
Obviado y marginado el diálogo, el debate y la seducción, ¡para qué!, si es más fácil recurrir al ordeno y mando.
Y, por eso, desde el 29 de septiembre, mediante el rodillo de su mayoría absoluta, el del PP, se dotará al Tribunal Constitucional del poder de sancionar e incluso de suspender en sus cargos a los electos que osen “desobedecer”.
Porque en realidad no confían nada en el debate, el diálogo, el convencimiento racional y la seducción.
Porque son “brutos” y dudo que “nobles”, empeñados en “hacerse obedecer”, elevados sobre los instintos emocionales.
Porque no se trata de “vencer” sino de “convencer”, como dijeron antaño.
Y creen que “la potestas” podrá prevalecer sobre la “autoritas”.
Y su error es mayúsculo y el daño a las instituciones aún más grave.
Porque solo nos tenemos cuando creemos en el diálogo, en el respeto mutuo, en la ley cuando es consensuada.
Porque nadie tiene las de ganar si busca atajos o se arroga facultades que no tiene o no debe hacer exclusivas.
Tal vez porque la democracia exige otra sensibilidad, fe en la democracia directa.
Porque son burdos y torpes.
Porque, por eso mismo, no pintaba nada el candidato catalán, que no es diputado, en la presentación de una proposición de ley.
Y en otro orden, atentos a la realidad tan tozuda, en agosto ha vuelto a “subir” el paro en 21.679 desempleados nuevos, con una bajada de afiliados cotizantes de 134.000, y lo que es peor el 42% de los desempleados no reciben ningún tipo de ingreso.
Y entretanto se pierde fuerza y se distrae a la opinión con “proposiciones de ley” que no son limpias, apresuradas y poco convincentes, tanto como para hacer sospechar que buscan más el conflicto que el entendimiento.
Torre del Mar septiembre – 2.015