A G U A F I E S T A S . . .

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Resulta que ahora el vicepresidente de Turquía, un tal fulano, conocido entre los suyos, el señor Bulent Arinç, ha afirmado con rotundidad y poderío altisonante que: «La mujer no debería reír en público porque ello supondría un atentado al poder» ¡Acabáramos!.

Como para echarte una carcajada delante del tipo, fuera de contexto, y a más si uno y una es mujer. . . que entonces se agravaría el carga de la carga por ser «mujer reidora.

Y que conste que no resulta una anécdota aislada, a poco que uno se fije en los rijosos y crispados que nos rodean, donde solo toca, por las indicaciones, mostrarse sin una pizca de risa asomada, poniéndonos todos tan graves como estúpidos y prepotentes. Sobretodo con el vecino de al lado, sobretodo con quien pueda arrugarse por discriminación instalada, por muchas excusas y argumentaciones se impartan, porque todo ha de ir muy en serio. . .

porque «la risa es muy perjudicial». .. «en sí misma», como para poder hacerse contagiosa. . . y alegrar al personal y animarle a hacer cosas que «no deba». Porque la risa es lo que tiene, que es irreverente e imprevisible, porque permite la relajación y hasta la fraternidad y la comprensión. . .y la humanidad. . . por una sonrisa . . . una mano entendida. . .

aunque resulte todo muy poco serio» para los soliviantados estreñidos mandamases que se creen que si prohíben la risa todo irá mejor . . . para ellos. Empezando naturalmente por los más débiles, los crédulos, los niños, las mujeres. . . pobres y agradecidos. . . según el guión de los malditos estreñidos, reveladores mezquinos de «sus verdades consagradas», de sus dicterios, preceptos y mandamientos, . ..

para que el personal se comporte según el canon de estricta observancia de los modales rígidos, indignos e injustos. . . para que no asome . . .ni una mueca, ni un rictus de cachondeo vacuo, ni una sonrisa complaciente, ni una risa conciliadora, ni una carcajada desmitificadora.

¡Por el dios que no se ha de reír! ¡todos contritos y apesadumbrados por ser tan desgraciados, a los pies de los sumos sacerdotes que darán la venia o el azote! Porque haremos según la ralea de esos tipejos que saben qué nos conviene por mor de algún pecado original no resuelto. Vamos ¡para cagarla!. . . y no echar ni una risa que no convenga. Torre del Mar 20 – agosto – 2.014