A ORILLAS DEL MEDITERRÁNEO

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A orillas del mar Mediterráneo, el viento de Poniente despeja el cielo callado, y el susurro del dios Eolo irradia emoción contenida, ante el espectáculo oleado, radiante, de azul índigo, apenas encrespado en mínimos pináculos de espuma instantánea, de soledad arrebolada hacia la línea de flotación, hasta más allá del horizonte que se dibuja lineal y luminoso, dejando adivinar más vida hacia dónde ya no se ve y solo se puede adivinar, mientras aguardamos que la sal marina vierta su insospechada virtud de sorprendernos, para bien o para nuestra vergüenza, una vez más.

                                                            Y uno desconecta y parece no haber querido saber nada, después de todo, no haber visto ni oído nada, ni siquiera haber olido la peste de la miseria, la pobreza, la angustia y la ansiedad de la hambruna, el miedo a la persecución implacable, la incertidumbre por el día de mañana, por la hora siguiente . . .  frente a unas vallas, unos muros, una policía pretoriana alineada y dispuesta a no dejarse desmoronar, porque las fronteras habrán de guardar nuestra seguridad . .  .a costa de quienes sean precisos.

                                                           

                                                            Y confiamos, con todo, que en pocos días comenzaremos a olvidar, por fin, y el invierno arrinconará el espectáculo que golpea nuestras conciencias, bajo la inclemencia del frío y la nieve y el silencio invernal.

                                                            Mientras recorren los refugiados una Europa hacia ¿dónde les acogerán?, los pobres del mundo, inmigrantes ilegales luchando por una tarjeta sanitaria, sí o no, con nuestros desempleados a miles, y nuestros jóvenes buscándose la vida fuera de su país, y dos millones de compatriotas sin ingresos . . . mientras el olvido habrá de abrirse paso hacia lo conclusión de que . . . “no era para tanto”.

                                                            Y sobrevivirán los pobres, y dominarán desde su estatus de poder los amos y sus testaferros, y los invisibles intentarán racimar las migajas, los desperdicios . . .y disimularemos los náufragos en pos de un equilibrio inestable, precario. . .

                                                            Y los penúltimos se defenderán de los últimos porque éstos querrán “adelantar” a los desgraciados que “les adelantan”, . . . al oreo de los poderosos y sus testaferros que clamarán en sus discursos por la “estabilidad y el sentido común”, para que nada se agriete demasiado . . . porque ya han señalado al nuevo líder laboralista inglés, el señor Corbyn, como “una amenaza al sistema”, dixit Cameron, porque solo los pobres habrán de “entender” que los ricos y poderosos deben “permanecer” afines a su poder. . . para que todo permanezca igual.

 

                                                            Torre del Mar     septiembre – 2.015