“El coronel, jefe del destacamento, ordenó a su tropa tomar la pequeña iglesia del poblado y traerle a su despacho la imagen de San Antonio. Los soldados cumplieron la misión, llevaron la imagen al puesto de mando y esta permaneció secuestrada en el cuartel. El coronel acusaba a San Antonio de colaborar con la guerrilla, estaba convencido que este santo prevenía a los insurgentes de los operativos militares . . .”.
El arzobispo Romero canonizado santo, imagen a venerar, ejemplo que admirar, mártir de los pobres, de la iglesia de los desgraciados y desfavorecidos, santo y mártir del sermón de la Bienaventuranzas que atiende y pone en primer lugar de todo esfuerzo y sacrificio . la mejora de la situación social, económica, cultural y existencial de los desheredados de la tierra.
El arzobispado asesinado por la dictadura salvadoreña, de la mano de una Iglesia prepotente, altiva y soberbia de su poder y su oscurantismo, en aras de una religión para . . . los ricos de la tierra, los poderosos del mundo aliados de los príncipes de la iglesia embutidos en sus casullas e ínfulas de oro y falta de clemencia.
“Le pegaron un tiro en plena misa y convirtieron al asesino material en su líder político. En El Salvador fueron asesinados 18 sacerdotes, 5 monjas, centenares de catequistas y miles de campesinos que vivían en lugares considerados bajo influencia de “religiosos comunistas”. ”.
Y sigue, seguramente, el Jesús de los pobres, el Jesús del amor como primer precepto a seguir y cumplir, predicando en el desierto de los oídos sordos de una parte de la Iglesia demasiado preocupada en sus prerrogativas y falta de amor y compasión, obsesionada con los pecados de la bragueta, camuflada de aristocracia mundana vestida de clériga.
Pero y con todo seguiremos acudiendo a escuchar a cuantos monseñores Romero, con o sin hábito, con o sin alzacuellos, vengan a hablarnos en defensa de los más desprotegidos, porque de ellos será, seguramente el Reino de los cielos, porque de ellos será, sin duda, el objeto de todas nuestras urgencias, de todo nuestro esfuerzo por . . .estar, siquiera, a su lado, porque ahora se trata de lograr y conquistar el Reino de la tierra . . . para bien repartirla.
Torre del Mar mayo – 2.015