A U T O D E F E

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Con las feromonas de los machos del lugar encabritados, enfervorizadas, tras sus lanzas afiladas, tras sus bravuconadas elevadas a la pura tradición, contemplada y reglamentada de modo muy ancestral, muy suyo, de manera jaleada en un perfecto auto de fe de antigüedad injustificable, siquiera, hasta lograr que la comunidad entera se sienta orgullosa de . . . sus lanceros, de sus machos alfas.

Me importa una higa la vida o muerte del morlaco, y no pretendo hacer alarde de una insensibilidad que no intento poner en buena o mala razón, creo que ese no es el tema principal, cuando resulta que lo que verdaderamente me escandaliza es la irracionalidad de una comunidad entera, entregada al exceso, al machismo elevado a la enésima potencia, borrachuza y jaranera, extensible a tantos y tantos festejos que incendian la humanidad de a diario, en los autos de fe que soliviantan la cordura que nos ayudaría, tal vez, a comprender . . .lo incomprensible, tras el espectáculo sanguinario, por mor de la tradición . . .¿inamovible?, en un pasodoble balbuciente en medio de la fiesta purificadora de todas las injusticias que serán lavadas, olvidadas en el altar de la desmesura.

Incluso argumentando la razón del atropello a la fiera, ¿qué fiera?, que, el mismo presidente del párrafo de arriba, dice y afirma porque «él se ha dejado cornear por el toro de la Vega siete veces». . . Ayer, martes 16 de septiembre, la fiesta regocijaba a los pobladores tordesillanos, en buena hora y en buena ley, ¡seguro!, sacrificado el bóvido, acorralado y lanceado con certera puntería, con el gran héroe matarife volteado por la jauría humana, ensalzando la gran hazaña, el auto de fe imprescindible para sentirse que forman parte. . .del gran esperpento de la vida cautiva. . .¿en las tradiciones? que justificarán el inmovilismo en las costumbres, en el sadismo disfrazado de sano desahogo, en el masoquismo de la servidumbre vestida de gran fiesta amparada por el dios de la ancestral brutalidad.

Con tantos toros en el limbo del sacrificio inútil, brutal, a merced de unas turbas envalentonadas por ver sí pueden, el próximo año, volver a matar un bello animal a lanzada limpia, en pro de la tradición que ¿así lo reclama?. ¡Pues por eso!

Torre del Mar 21 – septiembre – 2.014