que llegó a la Presidencia de la comunidad de Madrid por aquella carambola que se denominó “tamayazo” (¿recuerdan aquella jugada de presuntas corrupciones político-urbanísticas que le dieron el poder?), es decir, doña Esperanza Aguirre, recientemente hizo unas declaraciones en las que los andaluces, especialmente los campesinos, somos reducidos a un pueblo subsidiado y alimentado desde el gobierno central como las gallinas de un gallinero por su dueño. De hecho, incluso utilizó la expresión “pitas”, “pitas”, “pitas” para referirse a los apoyos del gobierno central hacia nuestros hombres y mujeres del campo. Lamentable.
El insulto me ha traído a la memoria la canción de Paco Ibáñez “Érase una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos”. Y no es la primera vez que, desde las filas del partido que aspira a gobernar Andalucía y España, se refieren a nosotros (los andaluces) despectivamente. Tal vez por nuestra capacidad de sufrimiento y resistencia a los males que nos envía la Historia; tal vez por nuestro sentido estoico de la existencia (el filósofo Séneca nació en Córdoba); tal vez por nuestro culto al sol y a la luz radiante de nuestros días claros; tal vez porque nos tomamos a risa y mofa las cosas que otros y otras entienden como verdades absolutas por las que morir… No sé; el caso es que la aristócrata mencionada nos ha insultado si bien no con su última expresión “el hijoputa ese”, sino onomatopéyicamente, como gallinas, como “pitas”, “pitas”, “pitas”; menos mal. Le agradecemos a tan poderosa señora que no haya mencionado a nuestras madres… y tomamos nota. Porque nosotros, los andaluces, seremos pacientes con esta casta parasitaria (los políticos demagogos) que pretende meter las manos en nuestros bolsillos y ordenar nuestras vidas, pero no somos tontos, creo.
Fdo.: Antonio Caparrós Vida