En arquitectura, arriesgar no siempre es ganar. Y eso lo sabe bien el arquitecto Manuel Navarro Mármol, a quien se ha encargado por parte de los concesionarios de los Baños del Carmen la rehabilitación del edificio histórico y de las terrazas adyacentes como paso previo a que la Junta, una vez que ya se le ha pedido, conceda una nueva concesión por quince años más. Este proyecto debía acompañar a la documentación presentada al Ejecutivo andaluz. Lo proyectado por Navarro se centra en recuperar y poner en valor un enclave que ha adquirido ya proporciones míticas en el imaginario colectivo de los malagueños y que no empezará a ejecutarse hasta que la Junta dé el sí quiero a los concesionarios y luego el Ayuntamiento conceda la correspondiente licencia. El plan es respetuoso con la esencia estética del lugar.
La inversión inicial asciende a 800.000 euros, cifra a la que hay que sumar el coste de los equipamientos. El plazo de ejecución será de cuatro meses. A grandes rasgos, el plano recoge que se va a sustituir el pavimento exterior, se va a rehabilitar la histórica columnata de las terrazas, se va a poner una nueva pérgola en la terraza y otra en el edificio, se va a sustituir la carpintería metálica y las cristaleras del edificio principal, habrá una nueva distribución de cocina y vestuarios, se crea una nueva sala de eventos y se rehabilitan las naves traseras.
«Nos ceñimos al área protegida por el PGOU del Ayuntamiento, que delimita los bordes del edificio. La concesión abarca 1.8000 cuadrados y el área de influencia del propio restaurante», explica. El edificio tiene 850 metros cuadrados más las columnatas y terrazas. También se actuará sobre una parte de la terraza que, si bien no está protegida, la concesión la mantiene y se pide su adjudicación, añade.
«Habrá nuevos espacios, nuevas salas de reuniones y vamos a optimizar la cocina para tener más posibilidades de oferta culinaria, con tratamiento en frío y en caliente y diferentes cámaras frigoríficas», señala, para indicar que la parte más complicada son los almacenes, «los vamos a devolver al origen», es decir, a la imagen que presentaban en los años veinte y de aire muy similar a los de los balnearios del norte de España de principios del pasado siglo. «Vamos a recuperarlos y ponerlos en valor».
Habrá dos pérgolas, la del edificio y la de la terraza para generar sombra, ya que el inmueble, en su origen, tenía cubierta en la parte superior. «Vamos a hacer también un trabajo de recuperación del ladrillo propio de hace cien años, que se ha ido ajando con el paso del tiempo, sobre todo en los remates de la parte superior y las escaleras, porque queremos ser fieles al origen y al espíritu inicial», subraya. El salón principal, que es el corazón de los Baños del Carmen, «se mantiene, pero con muchas mejoras, por ejemplo en la climatización, ya que vamos a buscar la eficiencia energética», y destaca que desde ese gran espacio se establece un diálogo con el mar y con la ciudad.
La redistribución «de la zona de almacenes plantea la posibilidad de una nueva sala en la antigua cocina, que se mantiene, porque es una cocina original de hace cien años, se va a dejar para que pueda verse bien por los visitantes, tal vez poniendo un gran cristal». Así, habrá una nueva sala de eventos en esta antigua cocina.
«Trabajamos con tres tonos de colores: el blanco nuestro del sur, el tierra, que se ha perdido en algunas partes y lo vamos a recuperar y el azul de la cerámica de teja, que también se ha ido perdiendo y hemos de recuperarlo de nuevo».
También se adaptan los baños públicos, incluyendo las cabinas accesibles de tal manera que no sean independientes del núcleo de los aseos. El arquitecto insiste en que en ningún caso se modifica el alzado del salón principal