El Servicio Andaluz de Salud presentó el 24 de julio ante la Mesa Sectorial de Sanidad, como anticipo del debate que pretende iniciar a partir del mes de septiembre, el esbozo de un Plan de Renovación en Atención Primaria, algo que viene reclamando CC OO desde hace mucho tiempo y que ya la nueva consejera de Salud había adelantado unos días antes durante su primer encuentro con la dirección del sindicato.
El plan se basa en el desarrollo de varias actuaciones, aunque realmente dos son las medidas que se pretenden abordar ahora, dejando el resto «para ir trabajando sobre ellas» más adelante. Para el SAS, la prioridad es la puesta en marcha de un sistema de especial remuneración para que el personal médico y enfermero pueda ampliar, a cambio de una retribución adicional, su jornada laboral hasta cuatro horas al día para atender a pacientes de otros cupos cuyos titulares no hayan podido ser sustituidos ante la falta de candidatos disponibles en Bolsa de Contratación. Además, en el plazo de un año, se realizaría un proceso de ajuste de las ratios poblacionales por profesional, así como la recuperación del equipo médico/a-enfermero/a como unidad funcional básica.
Quedan para un desarrollo posterior, en el propio Plan del SAS, asuntos como el impulso en Atención Primaria de la alta resolución diagnóstica y terapéutica, la investigación, innovación, formación continua, acreditación e incentivación de profesionales, la puesta en marcha del programa de atención a pacientes crónicos de alta complejidad y el incremento de las plantillas de matronas y trabajadores sociales.
Aunque ya es un avance que la Administración sanitaria se centre en el ámbito de la Atención Primaria tras décadas de olvido en aras del hospitalocentrismo dominante, lo cierto es que lo hace mediante una sucesión de medidas, algunas de ellas importantes y necesarias, pero que pierden fuerza si se acometen aisladamente. Se echa de menos una apuesta más ambiciosa, coordinada y estructurada en una estrategia global de recuperación de la Atención Primaria de Salud, tal y como se concibió en la Conferencia Internacional de Alma Ata de 1978, aparentemente tan lejana en el tiempo pero con los preceptos de su famosa declaración plenamente vigentes.
El problema no es la falta de candidatos en Bolsa para cubrir ausencias, ese es el síntoma de una falta continuada de inversión, de brutales recortes que han ocasionado una merma de las plantillas y de la ausencia de planificación de las necesidades de especialistas a medio y largo plazo, como ocurre por ejemplo en este periodo estival en la provisión de puestos en el Distrito Sanitario Málaga-Guadalhorce y que llevó a la junta de personal a convocar una movilización en junio.
Y la solución no es pagar un sobresueldo a trabajadores con una jornada laboral amplia y exigente, que disfrutan de escasos fines de semana libres y que han tenido que sacrificar un ejercicio profesional coherente para dar respuesta a una consulta a demanda mastodóntica en la que disponer de diez minutos para cada paciente es una quimera inalcanzable e incluso el símbolo de una lucha por recuperar la dignidad en el ejercicio profesional y la ilusión por el trabajo bien hecho.
Por eso, pedir a esos profesionales que trabajen cuatro horas más al día para atender a los pacientes de sus compañeros y compañeras para los que no se encuentran sustitutos no deja de ser un parche, aunque esas horas sean remuneradas (sólo faltaría que no lo fueran, como hasta ahora se ha venido haciendo con algunos acúmulos de cupo en muchos centros).
Necesitamos dimensionar y limitar (no ampliar) las cargas de trabajo que soporta cada profesional en los centros de salud, lo que sin duda supondrá realizar un esfuerzo presupuestario para la contratación estable en todas las categorías (médicos de familia, enfermeras, trabajadores sociales, matronas, fisioterapeutas, celadores conductores, personal administrativo), así como recuperar las unidades de atención familiar como eje asistencial básico, potenciar la puesta en marcha de programas de salud, la formación continua y la investigación, además de impulsar la salud pública, la vertiente comunitaria y sociosanitaria y la autonomía en el acceso a los medios diagnósticos y terapéuticos del personal de Atención Primaria.
No es tarea fácil, pero hemos llegado a una encrucijada en la que si no actuamos con medidas estructurales de calado, y no con paños calientes, el nivel de cansancio y desaliento del principal capital con el que contamos, que es el humano, puede sobrepasar un punto de no retorno.
Es el momento de arrimar el hombro y colaborar en esta ilusionante empresa de dar nueva vida a un viejo proyecto que constituye el alma de nuestro sistema sanitario público: la Atención Primaria, un instrumento para potenciar la salud más cercana, participativa y abierta a la ciudadanía y para tender puentes entre la asistencia sanitaria individual y la familiar, la comunitaria y la sociosanitaria.
Para todo ello, CC OO está dispuesta y comprometida con la Atención Primaria de Salud y por eso estamos ultimando la constitución de un grupo de trabajo multiprofesional que desarrollará su actividad a partir de septiembre y que aportará al sindicato la actualización de las propuestas de negociación que llevaremos a la Mesa Sectorial de Sanidad y a cualquier otro ámbito de negociación colectiva donde podamos luchar por recuperar el legado de Alma Ata