B A L Ó N D E O R O

¡Que se dice pronto!, que el año pasado se vendieron un millón de camisetas con el nombre de Cristiano a la espalda; no sé si todas eran de marca , de contrabando o de falsete. . . pero el caso que un nuevo dios anda entre nosotros. Un ídolo admirado que el otro día al recibir su tercer “balón de oro” iba de “luces”, de dulce y “buenas texturas”, al menos con la seguridad de que los calzoncillos, zapatos y camisa que portaba eran de su “diseño personal”.

                                               Cuentan que la camiseta interior blanca de cuello cerrado y manga corta se puso de moda, a millones hasta nuestros días, cuando Marlon Brando salió con una de ellas en la película “Un tranvía llamado deseo”.

                                               Más cerca de nuestra actualidad recuerdo que, en un partido retransmitido por la tele, hace unos pocos años, al celebrar el gol que acababa de meter un jugador del Athlétic, un tal Yeste, tuvo a bien, en la efervescencia celebradora, remangarse la camiseta hasta dejar a la vista la parte alta de los calzoncillos que portaba, que precisamente eran rojiblancos. Al día siguiente, en pocas horas, se habían agotado todas las existencias de culeros bicolores.  

                                               Ahora mismo a los aficionados futboleros en general y a los culés en particular no les llega la inquietud al cuello, con los simulacros de vida interior que muestra o no muestra el otro gran ídolo de balompié, y me refiero a Lionel Messi, vestido por Dolce&Gabanna en la reciente pasarela al mundo, ceremonia de entrega del balón de oro, hecho un pincel de brillo violáceo, del que no se sabe muy bien si es feliz o no, si piensa o no, irse o no irse, si es imprescindible, insustituible, o ídolo solo equiparable al otro gran dios en liza, el laureado Cristiano que ahora vende, modelos exclusivos de ¿inspiración y diseño? propios, para pasmo de seguidores y personal en general, entregados todos a sus ¡admirados ídolos!.

                                               Ahora que se ofrecen calzoncillos por 25 euros y camisas por 80, de ahí en adelante, porque tal vez queramos parecernos a ¿nuestros modelos? inaccesibles.  

                                               Y es que : “¿Tener millones de seguidores te permite hacer cualquier cosa de cualquier modo?”. Pues probablemente, al menos mientras se sepa permanecer en la cúspide de la adoración incuestionable.

                                               Para que luego nos extrañemos del papanatismo que a veces nos hace gracia y otras no asusta. Cuando resulta que andamos muy huérfanos de referentes edificantes.

 

                                               Torre del Mar   enero – 2.015