BONDAD Y MISERICORDIA

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Y bienvenido sea el aire fresco que anuncian tras la proclamación del nuevo obispo de Roma.

            Albricias y enhorabuena ante el redescubrimiento de la bondad y la misericordia, cuando somos capaces de reconocerlas entre quienes nos jugamos a diario el orgullo de sentirnos humanos, el contacto y la palabra, el abrazo y la comprensión . . . de quienes sufren, aman y sueñan como nosotros.

            En aras del respeto y el afecto por el más débil entre los desfavorecidos, en contra de las causas sociales que encumbran castas y disfracen odios y soberbias, al margen del margen, en el confín de toda esperanza, donde solo los rayos tenues de luz y calor puedan adornar los milagros de la ternura y el perdón.

            Valiente descubrimiento, al fin, para quienes no se cansan nunca de comprender y acoger, de perdonar y compartir . .  .porque solo son tan poca cosa como quienes también carecen de casi todo, porque, al fin, es lo único que nos queda, el respeto mutuo y la indefensión más absoluta, ante quienes pontifican y asfixian, promulgan y esquilman, mienten y codician . .  .sin capacidad para la emoción ni la empatía. .  .

            Cuando nos estamos jugando la sonrisa de un niño y la serenidad de un anciano, para no sentirnos solos, porque andamos a tientas y huimos de las certezas y las sentencias, porque solo somos quienes buscamos la mano tendida, el consuelo y la ternura.

            Porque la bondad y la misericordia nos embellece y congratula, porque son nuestras armas ante la adversidad y el desamparo, porque se enjuagan las lágrimas en la sonrisa que solloza y ríe, que espabila y grita por los demás, que no busca recompensa, que carece de bandera, de cruz y de espada, porque a diario caen miles, millones de pobres y desahuciados que hace demasiado tiempo que perdieron el tren del futuro, el convoy de la dignidad humana. . . pisoteada por los poderosos de la tierra . .  .mientras organizaban el mundo a su medida, mientras los menesterosos y los desheredados solo pueden aspirar a amar y a perdonar. . . porque de ellos será la semilla de un mundo mejor, de un mundo más humano.

 

                        Torre del Mar  20 – marzo – 2.013