Desolación,
sensación de vacío,
pena y tristeza,
al son sencillo y tozudo
de las cuerdas de su guitarra
vibrando,
de la voz grave y cálida,
del juglar universal,
del juglar cercano,
del juglar de mirada franca
y verbo directo,
rotundo,
Leonard en mi memoria
para siempre,
desde hace tanto,
desde hace más de
cuarenta años
escuchando las melodías
eternas, vivas,
rotas y sentidas
de Leonard Cohen,
acariciando mi existencia
desde antes de conocernos
hasta
no poder de dejar de
escuchar . . .
por ejemplo . . .
Le partisan.
"Oh, el viento, el viento sopla, a través de las tumbas el viento sopla, la libertad pronto vendrá; entonces saldremos de las sombras . . . ". Leonard Cohen
Escuché hace más de cuarenta años a Leonard Cohen en el velódromo de Anoeta, en San Sebastián. Caí hechizado por su cercana sensibilidad, flanqueado por Perla Batalla y Julie Christenssen. Siempre lo he tenido cerca, siempre he podido escuchar sus baladas enamoradas de luz y color mientras escuchábamos . . . Chelsea Hotel. . .
"Te recuerdo claramente en el hotel Chelsea. Eso es todo. No pienso en tí muy a menudo. Y sin embargo te recuerdo claramente en el Chelsea Hotel. Hablabas tan segura y tan dulcemente. Ya eras famosa, tu corazón era una leyenda". Leonard Cohen.
Hasta siempre amigo del alma, inolvidable juglar, poeta insigne, "hermoso vencido", habiendo aprendido en tu Montreal natal los rasgueos imprescindibles de un gitano español, pobre y bohemio, para saber acompañar la guitara y tus versos, desde Grecia a Los Ángeles, desde Bilbao, donde pude volver a escucharte en directo hasta la despedida inesperada. Hasta siempre.
"Si quieres un amante yo haré todo lo que tú me pidas, y si quieres otro tipo de amor usaré una máscara por tí". So long Marianne de Leonard Cohen.
"Hace tanto tiempo que comenzamos a reírnos y llorar y llorar y reírnos de todo". Leonard Cohen.
Torre del Mar noviembre – 2.016