C O N V E N C I O N A L E S

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.  .”convencionalmente”, hasta que no quede ni el olvido de quienes cayeron en la refriega.

            Y eso no sé si resultará un bálsamo, la coartada perfecta o el fariseísmo elevado a la máxima potencia, mientras las víctimas se arremolinan envueltas en sábanas y mantas empapadas de sangre y silencio.

            En la portada del diario un padre llorando desconsoladamente, con su hijo, prácticamente un bebé, bombardeado, asesinado. . . tras “haber sufrido uno de los bombardeos más violentos en meses, con barriles cargados de explosivos lanzados desde helicópteros”. . . todo “muy convencional”, todo muy admitido, sin problemas, por la Comunidad Internacional, por cada uno de nosotros que no perdemos el apetito ante nuestro desayuno, mientras un cadáver, entre tantas decenas, ha sido fotografiado, como testimonio, como denuncia, el cadáver de un niño destrozado, destripado, asesinado, reventado, hecho un amasijo de carne, en brazos de su padre herido también de pena, de dolor, mientras todos respiramos un poco mejor porque las armas con que han bombardeado y matado al pequeño eran “convencionales”.

            Y la vida “pretende seguir” como si nada, y de hecho todos nos damos por supervivientes, de momento, suspirando porque el horror y el crimen impune haga sus estragos muy lejos de nosotros, aunque nosotros tengamos que capear con el temporal de la miseria y la injusticia social, mientras el Ministerio de “nuestro Interior” se atrinchera tras el nuevo armamento que parece que ha comprado, por medio millón de euros, un camión que “dispare convencionalmente” chorros de agua a presión a quienes se manifiesten contra ¿la seguridad nacional?. . . porque terminarán por merecerse la brutal represión.

            Mientras la presión contra la inminente huelga de la limpieza en Málaga es fortísima, razonable o no, con una sola salida posible y plausible, que los trabajadores cedan, o alguien se cree otra solución, porque siempre se fractura la tensión por la parte más débil.

            Mientras uno vuelve a las escenas del infierno que el ser humano crea a diario, entre nosotros, “convencionalmente”, con dos de ellas fotografiadas, entre tantas y tantas, también desde Siria, mostrándonos “la montoneda” de cadáveres víctimas del ataque aéreo del ejército sirio, el domingo, a las puertas de un hospital en Alepo, envueltos en viscosas y empapadas mantas, sobre el suelo, pendientes de reconocimiento, y también, cómo no, para aterir nuestra sensibilidad desde buena mañana, la fotografía de un niño, fuera de su hogar, una tienda montada con tela de sacos de “café do Brasil”, en plena tormenta de nieve, con un pantalón, un jersey y unas botas de goma, todo muy barato, todo muy de caridad, que apenas le abriga, con las manos en los bolsillos, sin esperanza alguna en su mirada que trata de escudriñar. . . “la desesperación disfrazada de horizonte”, en cualquier campo de refugiados, abandonados a la suerte que el género humano es capaz de condenar a los suyos sin inmutarse.

            Convencionalismo en estado puro.

 

            Torre del Mar 28 – diciembre – 2.013