Cazorla deja helado el Bernabéu

Casillas, que esperó el envío a su derecha, dio un paso en falso antes de intentar corregirse. El balón fue tan ajustado que rozó los dos palos de la escuadra. El gol dejó helado a un Bernabéu que ya acariciaba su duodécima victoria consecutiva en Liga. Fue el empate imprevisto de un partido que casi doblega al Málaga ante un Madrid sin claridad, intimidatorio pero impreciso.

REAL MADRID, 1 – MÁLAGA, 1

Real Madrid: Casillas; Lass, Sergio Ramos, Pepe, Marcelo; Xabi Alonso, Khedira; Özil (Granero, m. 84), Kaká (Callejón, m. 66), Cristiano; y Benzema (Higuaín, m. 86). No utilizados: Adán; Arbeloa, Carvalho y Sahin.

Málaga: Willy Caballero; Sergio Sánchez, Weligton, Mathijsen, Monreal; Demichelis, Camacho; Joaquín (Seba Fernández, m. 71), Isco (Eliseu, m. 57), Cazorla; y Rondón (Van Nistelrooy, m. 57). No utilizados: Kameni; Jesús Gámez, Maresca y Duda.

Goles: 1-0. M. 35. Benzema cabecea a placer en el segundo palo un centro de Cristiano. 1-1. M. 91. Cazorla, de falta directa a la escuadra izquierda de Casillas.

Árbitro: Ayza Gámez. Amonestó a Sergio Sánchez, Khedira y Pepe.

Santiago Bernabéu: 78.000 espectadores.

La incesante lluvia de goles, la cortina de las once victorias consecutivas, las estadísticas rimbombantes, tapan los problemas de funcionamiento del Madrid. Hace un mes que el equipo es incapaz de sostener una línea de juego, sobre todo lejos del Bernabéu. Más o menos coincidiendo con la reaparición de Khedira, trasluce agitación y desorden. Le cuesta dominar a sus adversarios. Demasiadas veces sobrevive gracias al poderío extraordinario de sus delanteros, capaces de superar las deficiencias de un centro del campo sin manejo y de ametrallar a cualquier rival bajo cualquier circunstancia. Es más o menos lo que sucedió frente a un Málaga tan blando en defensa como atrevido cada vez que se descolgaba.

El Málaga se encendió cada vez que Cazorla tocó el balón. La hernia discal estuvo a punto de retirarle del fútbol. Seguramente la operación le restó una cuota de energía que no recuperará. Pero conserva intacta la capacidad para aclarar cada jugada en la que interviene. Comenzaba a rodar el partido cuando leyó el desmarque de Rondón entre los centrales y lo dejó solo frente a Casillas. El delantero metió el zurdazo al palo más lejano y el portero se estiró para desviar el tiro con la punta de los dedos.

Los blancos ven reducida a ocho puntos su ventaja sobre el Barça en la tabla

Avisado por los precedentes, esos tres partidos perdidos contra el Madrid esta temporada, Pellegrini resolvió espesar su centro del campo con Demichelis y Camacho. La medida sirvió a medias. Los dos medios centros aliviaron el trabajo de los centrales, que se refugiaron en su área y descuidaron las ayudas a los laterales. Como Isco, Joaquín y Cazorla, se desentendieron de las ayudas, las bandas ofrecieron amplios pasillos de ingreso a los delanteros rivales. Cristiano fue el primero en aprovechar los espacios en el primer ataque de su equipo. Clavó los tacos, aceleró como un cohete, sorprendió a Sergio Sánchez, y si Caballero no reacciona para cerrarle los espacios abre el marcador.

El partido se inclinó hacia las áreas porque ninguno de los dos equipos consiguió hacerse con el medio campo. Khedira ayudó poco a Xabi, a quien se le multiplicaron las tareas antes de optar por ahorrarse problemas y jugar todos los balones en largo. La participación de Kaká resumió la travesía de su equipo. El brasileño se dedicó tanto a correr detrás de Joaquín como a ofrecerse a los centrocampistas para darles una salida. De tanto esforzarse para ir hacia atrás, perdió lucidez para construir. Su duelo con Joaquín brindó algunos de los momentos más entretenidos de la noche. Al sentirse perseguido, el extremo no tardó en ir a buscarle para enseñar todo su repertorio de amagues y fintas. El pleito de Joaquín con Kaká coincidió con el esplendor del Málaga en el partido. Durante un rato, en la primera parte, el equipo andaluz se instaló en el campo del Madrid. Probó el asalto a balón parado, en tres faltas y un par de córners. Pero la mejor ocasión la tuvo Isco, después de un dos para uno en la banda derecha madridista. Monreal le hizo un regate largo a Lass y al salir del desborde jugó para Isco, que entró solo en el área. El valenciano remató mal.

Hace un mes que los madridistas no mantienen una línea de juego

El Málaga no supo definir sus mejores avances y el Madrid respondió como suele. Es decir, con un pase de Özil, otro de Kaká, una carrera de Cristiano por el costado izquierdo, y un desenlace inspirado. Con tiempo para perfilarse, puesto que le habían regalado la banda, Cristiano avanzó hasta el fondo y acomodó el cuerpo para centrar con la derecha al segundo palo. Fue un centro templado, preciso. Benzema lo esperó tranquilamente. Nadie lo vio llegar. Los defensas se concentraron en el centro del campo. Monreal, que debía bascular, también permaneció hipnotizado por el balón mientras pasaba sobre su cabeza. Cuando se giró para asistir a la conclusión de la trayectoria descubrió que el enemigo le había ganado la posición. Benzema, el mejor de su equipo, cabeceó a gol.

Cristiano y Benzema no explotaron como otras tardes sus ocasiones

La ventaja revitalizó al Madrid, que se fue al descanso como quien alcanza la orilla. El segundo tiempo coincidió con el desgaste del Málaga, progresivamente descompuesto en defensa. El cambio de Isco no contribuyó a mejorar las cosas para los visitantes. Van Nistelrooy no preocupó apenas a la zaga del Madrid. Agarrado al ingenio y la movilidad de Özil y Benzema, a las carreras de Kaká, y al empuje irrefrenable de Cristiano, el Madrid sacudió a su adversario hasta agotarlo. Benzema y Cristiano tuvieron un par de ocasiones nítidas para cerrar el partido. No lo hicieron. A diferencia de otras tardes, en las que explotaron al máximo sus ocasiones, no lo lograron. Y, a diferencia de otras tardes, les faltó fortuna. La fortuna que asistió al Málaga.

fuente: Diario El País