La declaración prohibirá nuevas autorizaciones para ocupar estos tramos del litoral y condiciona las ya existentes al avance del nivel del mar
Señala que la estación de bombeo y todas las canalizaciones de la playa de San Julián deberían «retraquearse» para evitar roturas y vertidos
El Gobierno, a través de la Dirección General de la Costa y el Mar, declarará en riesgo grave de regresión los 800 metros de la playa de Arraijanal y los mil metros que discurren entre la playa de Almayate y la desembocadura del Río Vélez tras analizar el comportamiento de ambos tramos del litoral malagueño entre 1957 y 2022.
Estas declaraciones se basan en las conclusiones de dos informes sobre la regresión de la costa, en el caso de la capital, entre el término municipal de Torremolinos y la desembocadura del Guadalhorce, y el caso de Vélez-Málaga, en el tramo comprendido entre Almayate y Torre del Mar, un trabajo elaborado por la empresa Tragsatec para la Demarcación de Costas Andalucía Mediterráneo y fechado en mayo de este año.En ambos documentos se evidencia una pérdida de superficie de la playa por encima de las 22 hectáreas en los 65 años analizados.
Arraijanal
Para la capital, en la playa de Arraijanal se detectan dos períodos diferenciados: Un primer período entre 1957 y 2006, en el que la zona tiene un comportamiento «alternativo», con momentos de regresión y «escasos» periodos de progresión, esto es, avance de la línea de costa hacia el mar, que suelen coincidir con períodos de «precipitaciones intensas», como ocurrió entre octubre de 1986 y finales de 1987, en febrero de 1994 o en diciembre de 1995. Pese a estos aportes puntuales, el cómputo global analizado, entre 1957 y 2022, es de regresión.
El segundo período abarca entre 2006 y 2022, en el que ya se detecta una tendencia de «regresión continua» sin momentos de progresión. De hecho, en estos años se registran reducciones de más de cinco metros al año que «se han intentado corregir» mediante aportaciones de áridos en la zona de la estación de bombeo de Guadalmar, unos aportes que considera «infructuosos».
Y con respecto a la estación de bombeo y todas las canalizaciones existentes en la playa, Costas remarca que deberían «retranquearse» para «evitar roturas y, por ende, vertidos, a la playa y al mar en situaciones de temporal marino con fuerte oleaje, erosión y pérdida importante de arena».
Vélez-Málaga
En el caso de Vélez, se refleja un proceso «continuo» de regresión entre 1957 y 2004 que se ve interrumpido por dos años de recuperación que se achacan a los aportes de arena, aunque la regresión vuelve en 2006 y 2010. A partir de ahí, hay un comportamiento «oscilante» entre regresión y progresión, aunque entre 2019 y 2022, la costa sufre un momento de regresión «grave».
Señala el delta del río Vélez como el que «mayor regresión» ha dufrido durante todo el período de estudio «hasta casi desaparecer cualquier forma característica de delta sobre la línea de costa». Y en cuanto a la playa de Torre del Mar, es la que menos regresión sufre gracias a los «continuos trabajos de restauración de la playa con aportes artificiales de arena continuados, motivado por la creciente actividad turística».
Causas
Costas hace hincapié en el efecto que tuvo la transformación urbanística de Guadalmar acompañada de la construcción de espigones así como la transformación de la desembocadura del río Guadalhorce en los años 90. Ambas intervenciones «han determinado la dinámica litoral» y han favorecido los movimientos regresivos del litoral.
En el caso de Vélez, se detectan cambios en la hidrología dentro de la cuenca del río de Vélez que afectan al litoral, como es la reducción de los aportes de sedimentos provocados, por un lado, la caída de las precipitaciones y, por otro, por el control de los cursos de agua que ejercen los embalses, en este caso, el de la Viñuela.
A estas causas se suman los cambios en el clima marino, con un «claro» aumento en la frecuencia de los temporales en los dos tramos del litoral malagueño estudiados. «A partir del año 2006 hay un incremento en la velocidad de aumento de la frecuencia de temporales, llegando a ser hasta cuatro veces superior de lo que acontece en las décadas de los 60, 70 y 80″.
Asimismo, se ha producido un «importante cambio» en la orientación del oleaje de estos temporales, cobrando más fuerza los temporales de poniente frente a los de levante.
¿Qué implica esta declaración?
La declaración de situación de regresión grave de la costa, contemplada en la Ley de protección y uso sostenible del litoral -modifica la Ley de Costas de 1988-, prohíbe otorgar nuevos títulos de ocupación del dominio público marítimo-terrestre.
Eso sí, permite de forma excepcional y «en las zonas en las que no exista riesgo cierto de inundación en los próximos cinco años» otorgar derechos de ocupación a servicios públicos, por un período no superior a esos cinco años aunque estos serán prorrogables.
En cuanto a las construcciones que ya existan en los terrenos declarados en riesgo grave de regresión, la ley indica que se mantendrán «siempre que el mar no les alcance o exista riesgo cierto de que lo haga». En caso contrario, señala el derecho de ocupación se extinguirá según lo contemplado en la norma.
«En los terrenos declarados en situación de regresión grave, la Administración del Estado podrá realizar actuaciones de protección, conservación o restauración«, continúa la Ley de 2013, que recalca que esas intervenciones podrán requerir «contribuciones especiales» que recaerán sobre los titulares de derechos de ocupación así como los propietarios de las fincas y establecimientos colindantes.