CRÓNICA PARA FRACASAR

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Decía uno de ellos con soberbia displicencia que él todas las mañanas se pone en la puerta principal del Instituto a “recibir” a quienes vayan llegando tarde, para ir enviándoles al “aula de convivencia”,  según vayan llegando más tarde de las 8,30h.

                                                Y así los irá apartando, a los alumnos rezagados, hasta que acumulen tres retrasos y entonces “se quedarán un día sin recreo”, y cuando lleguen a seis retrasos, pues entonces, “serán un día expulsados a casa”.

                                                Y de paso llamará al padre o a la madre, aunque resulte que sean “chusma”, para ponerles al orden, aunque sospeche que sean unos progenitores incapaces de organizar debidamente las obligaciones de sus hijos, y nadie, empezando por esos mismos jóvenes, ni corregirá su actitud y seguirán llegando los alumnos tarde hasta que se logre desanimarlos . .  .y vayan dejando de acudir al Instituto. .  .con todos los partes y expedientes habidos y por haber . . . a cargo de los futuros “excluidos” del sistema”, por cierto público y universal . . .

                                                Y cuando los alumnos comenten que “a ellos no les importa que les expulsen”, el profesor les contestará que “a él menos”, sacando pecho, como yo le he estado escuchando cómo se comentaba al colega, porque tal y como insistía “faltaban cojones en el profesorado”, ¿?.

                                                . .  .

                                                Y yo después de 39 años trabajando en la educación pública jamás se me había ocurrido un método más eficaz y borde para “desactivar” más radicalmente a la muchachada, ya de por sí, poco “activada”.

                                                Y así es como la educación pública y universal solo es un estúpido sistema para ir excluyendo a un porcentaje insoportable de jóvenes españoles, mientras solo se escuchan quejas del profesorado, lamentaciones insoportables, . . . sin haberse preguntado jamás por qué interesa tan poco la asistencia a los Institutos españoles de nuestros muchachos. Hasta llegar a preguntarse por qué se encuentra el sistema educativo tan alejado de los intereses y motivaciones de nuestros jóvenes? . . . ¡Con lo fácil que es echarles la culpa, a ellos, a sus familias y a los sectores más desfavorecidos, menos ilustrados, más desmotivados de nuestra sociedad que . . . hace aguas!  

                                                Torre del Mar      septiembre – 2.015