D Í A D E L L I B R O . 23 de abril

Día del Libro, para celebrar, conmemorar y participar en la promoción que nos anime a muchos a ¿comprar un libro?, a ¿regalar un libro?, a detenernos siquiera un instante en que los libros también pueden ocupar un sitio en nuestras atareadas existencias, siquiera en las de nuestros pequeños . . . cuando todo lo que sea “comprar” ya supone una aventura y si el libro elegido es de pasta dura y colores satinados por mucho mejor.

Aunque este año se celebre el cuarto centenario de la muerte de nuestro más insigne autor, el de Miguel de Cervantes creador de don Quijote de La Mancha, y suponga un acicate añadido; aunque los últimos mohicanos de la lectura persistamos, enfrascados en nuestra pasión silenciosa, regeneradora de magia y conocimiento, aunque, probablemente cada día un poco más, la lectura individual, creativa, desinteresada, seductora vaya camino de convertirse en una actividad minoritaria.

Aunque oficialmente se pretenda “darle mucha importancia a la lectura, a su práctica y a su afición”.

Aunque en las normativas generales y oficiales sobre la Educación en Primaria se priorice sobre la adquisición de la habilidad, el gusto y el hábito de la lectura como factores básicos en el aprendizaje y formación integrales de nuestros niños, de nuestros jóvenes.

Hasta el punto de que “se obligue” a que “se lea a diario y por parte de todos y de cada uno de los alumnos, en las escuelas, en los colegios”; y aunque, desde siempre, desde que, al menos, yo empecé a trabajar como maestro, hace más de cuarenta años . . . el profesorado de Secundaria ha insistido: “Por favor, no nos interesan tanto los contenidos como que nos lleguen los chicos y las chicas al Instituto dominando la lectura y su comprensión”.

Y sin embargo no se cumpla esa normativa, porque nadie hace caso, o muy pocos, y nadie se cree en serie el mensaje, la directriz, o solo los irreductibles, tal vez porque no se da la importancia que tiene a la lectura, a la capacidad y al gusto por la lectura. Tal vez porque resulte que a muchos responsables educativos . . se les presente ¿muy abstracta, muy aburrida, muy árida, bastante inútil . . .? ¡la lectura!, porque eso de leer por leer . . . aún está por que cuaje.

Porque así es muy difícil “contagiar, interesar, inculcar, inocular, . . .la pasión por la lectura”.

Y la sociedad, el sistema, el estamento enseñante será capaz de no “flagelarse en la autocrítica” viendo que centenares, miles, millones de nuestros escolares abandonan, e incluso prosiguen sus estudios sin haber desarrollado, profundizado, interiorizado en la capacidad, la habilidad y el gusto por la lectura y sigue “sin pasar nada”, y todo es muy llevadero aunque se lea ¡tan poco!.

Por mucho que terminemos regalándonos libros “El Día del Libro”.

Y de esa manera se seguirá contramarea. Porque si no hay gusto, interés, costumbre, pasión . . . por la lectura entre los maestros y las maestras, entre los adultos . . . ¿con qué razón del carajo vamos a impostar que es tan importante leer?, cuando nos referimos a ello, “con la boca pequeña”, tratando de animar a nuestros pequeños en una actividad, una afición que casi no nos la creemos nosotros.

Y nos dejamos pasar, sobrevolando demasiado alto, esa satisfacción incomparable de dejarse enfrascar en una historia escrita, devorando páginas, aventuras, emociones, conocimientos, leyendo . . .”sin que nos resulte un ejercicio demasiado arduo, demasiado abstracto” . . ., como si esa capacidad formara parte del currículum, sin más, sin haber llegado a descubrir el veneno irresistible de su práctica, del ensimismamiento con que nos haya seducido, enamorado . . .¡la posibilidad de leer! . . .gozando, aprendiendo, viviendo.

Tal vez porque quienes se dedican a enseñar a leer se quedan en la técnica, ayuna de amor y pasión por la lectura, y todo quede en una mecánica fría y deshumanizada.

Aunque luego corramos a comprar un libro por “El Día del Libro”.

Aunque nunca será demasiado tarde para dejarse atrapar por el hechizo de leer.

Aunque siempre se podrá dar ejemplo con un libro bajo el brazo, leyendo a salto de mata, atrapados por la magia de la lectura, en cualquier rincón, en cualquier momento a lo largo de cada día que no . . . deberíamos desaprovechar para vivirlo ¡intensamente!, en todos los aspectos, incluso en el de . . .”leer un poco a diario”.

 

 

“El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. Cervantes

 

 

 

Madrid 23 – abril – 2.016