DE GUANTE BLANCO

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Y así se parecía tener la tentación de aliviar las penas a los corruptos de esta tipología, demasiado duras según esos especialistas. Y parecía cargarse las tintas sobre los delitos de sangre, condenables sin duda, como para desear levantar el pie sobre esos delincuentes de guante blanco.

Y entonces uno se ponía a reflexionar. Y entonces a uno le daba por pensar en que ese tipo de delitos y delincuentes no eran tan anecdóticos, tan poco dañinos y letales. Porque uno entiende que la corrupción masiva que ha sufrido este país, desde sus castas dirigentes, está infectando de manera muy notable la fiabilidad y el crédito de nuestro país. En primer lugar y en segundo lugar, la corrupción y los corruptos de esa jaez han ido socavando la categoría moral, de los acusados y culpables según las sentencias, sin duda, y también sobre gran parte de la población, bien por desánimo, bien por hastío, bien por pura imitación . . . a los desahogados que después de todo no les va a ir tan mal.

Y funcionará el efecto como suele actuar la gangrena, sutilmente, en silencio, necrosando el tejido sano, sin fin hasta acabar con el cuerpo social, efectivamente en una zapa infecta y maligna.

Porque el mal ya está dentro, porque nada es suficientemente leve, porque la gravedad es ingente e imparable. Porque se ha extendido el miasma y la putrefacción ya parece haberse adueñado de una forma de actuar, de una forma de ser, émulos de esa panda incontenible de chorizos de guante blanco que desde las alturas del poder desarrollaron másteres del apropiamiento indebido, de la malversación, del fraude, de la estafa, del cobro de comisiones, del soborno, del chantaje . . .

Y el efecto pues es maligno, incierto o no tan incierto, cuando quienes debieron dar muestras de ejemplaridad solo supieron rapiñar, conspirar, robar a manos llenas . . . fondos públicos.

Y a más más. Hoy, por ejemplo, la exfiscal general del Estado, Ángeles Madrigal, recién no confirmada cuando el ministro de Justicia ya había mostrado su interés en que continuara, confiesa que ella mostró ante ese mismo ministro sus reservas para el recambio del juez presidente de La Audiencia Nacional, el fiscal Zaragoza. Y todo sería muy presente sacar conclusiones, ¿o no?.

Y así puede decir el abogado de Urdangarín que "ahora ya estamos de vacaciones hasta el año que viene . . . ". ¡Sin cautelares!.

Y de paso uno recuerda ese clásico cántico que recordó el viejo Gran Wyoming a la vista de la corrupción demasiado generalizada entre las clases más poderosas . . . "¡Soy español, español, español!", una letra muy irónica tal y como se presentan los nuevos ladrones de . . . guante blanca con excelentes y carísimos abogados, por descontado.

 

Torre del Mar febrero – 2.017