«En la esquinita te espero, chiquilla como no vengas, aonde te encuentre te pego». Esta rotunda advertencia ha ido de boca en boca a lo largo de los años. Unos por inercia y otros por convicción, cantaores de todas las épocas han puesto voz no sólo a ésta sino a otras muchas coplas de cuestionable contenido. Sobre todo por su carga sexista y de minusvaloración a la mujer. El doctor en Pedagogía de la Universidad de Málaga (UMA) y especialista en didáctica del flamenco Miguel López Castro ha seleccionado algunas y ha estudiado el papel femenino en ellas en su tesis doctoral »La imagen de la mujer en las coplas flamencas: análisis y propuestas didácticas», hasta la fecha, única investigación sobre el contenido de las letras flamencas. Lo ha hecho con las antiguas -sobre la muestra de las 1.086 recogidas por Antonio Machado y Álvarez-, pero también con las más modernas -445 en total-. ¿Conclusión? Un 14 y un 17% de mensajes denostadores para la mujer, respectivamente. «El grado de sexismo se sigue manteniendo, aunque empieza a verse cierta apertura a la libertad y rechazo al maltrato», asegura López Castro. No obstante, aún pueden encontrarse letras como esa que dice: «Agujitas y alfileres, le clavaran a mi novia, cuando la llamo y no viene». Desde el siglo XIX se ha cantado. También hoy en día. Sin ir más lejos, Barbería del Sur le ha puesto voz.
Pero el maltrato es sólo uno de los temas. López Castro los clasificó en varios tipos según el grado de denigración. Así, en primer lugar estarían las amenazas y la agresión, a las que seguirían las referencias a la mujer prostituta y deshonrada, a la que «no se doblega» o a la mujer mala (mentirosas, malas madres). Pero hay más. Por ejemplo, el tema de los celos y la propiedad es también muy habitual: «La gachí que yo camelo, si otro me la camelara, sacara mi navajita y el pescuezo le cortara». Ironías que ridiculizan a las féminas, su dependencia económica o el hombre que se jacta de engañar a la pareja son otros de los referentes. «Algunas letras son verdaderos ejemplos de apología de los malos tratos», constata. Lo más llamativo es que, en pleno siglo XXI, se sigan cantando. «Muchos lo hacen porque no son conscientes de la trascendencia, aunque a otros les sigue gustando regodearse en el poder del hombre», considera este profesor que lleva más de 20 años introduciendo el flamenco en la escuela. Al fin y al cabo, entiende el género como «un valor que transmite mensajes». De hecho, su objetivo con esta tesis, además de analizarlo desde el punto de vista del contenido, era reivindicar el flamenco como «marcador de la identidad andaluza» y generar un material didáctico.
López Castro distingue entre una época que comienza a finales del siglo XIX y otra que se inicia a partir de la década de los sesenta. En la primera, destaca la importancia de Málaga, «muy fuerte» en los orígenes teatrales del género. A lo largo de esa primera mitad de siglo, compositores como Falla o Turina intentan recuperar los orígenes del flamenco, que tratan de prestigiar voces como la de Mairena. Será hasta finales de los sesenta. Entonces, empieza a fusionarse con nuevas músicas. En este caso, López Castro se ha fijado en figuras de la talla de Carmen Linares, José Mercé, Miguel Poveda o incluso Raimundo Amador.
Mal vistas
Un catálogo mixto que hace unas décadas era más complicado encontrar. Según el profesor malagueño, la mujer «ha sido invisibilizada a lo largo de la historia». Una situación que, a pesar de todo, considera que «no se ha producida de forma tan fuerte en el flamenco». Eso sí, los inconvenientes de las mujeres para sacar cabeza han sido múltiples. Como observa López Castro, «no estaba bien visto ser profesional» en el mundillo. «Se le relegaba al papel de madre de familia y, si al final conseguía desarrollarlo en paralelo con los escenarios, se decía que desatendía el hogar», añade.
No en vano, recuerda el profesor que la mujer «siempre fue apartada una vez que creaba una familia». Eso explica el caso de grandes nombres como Fernanda y Bernarda de Utrera o La Paquera de Jerez, que, advierte López Castro, «se vieron obligadas a sufrir la soltería». Haciendo caso omiso, por cierto, a aquella copla que decía «Anda y no presumas tanto, que otras mejores que tú se quedan pa vestir santos».
Pero gracias a la «valentía y capacidad de superación» de esas mujeres, se vislumbra cierta apertura. La prueba se encuentra en las propias letras, como esa que cantaba Ginesa Ortega: «Si tú no me quieres, si tú no me lloras, coge el caminito y déjame sola».
ALGUNAS LETRAS SELECCIONADAS POR TEMAS
Amenazas y agresión
«En la esquinita te espero,
chiquilla como no vengas
aonde te encuentre te pego»
«Agujitas y alfileres
le clavaran a mi novia
cuando la llamo y no viene»
Prostitución y deshonra
«El amor de la mujer
es como el de la gallina,
que en faltándole su gallo
a cualquier otro se arrima»
«Muchachas del Molinete
preparad bien los moñeros
que viene la Méndez Núñez
con 200 marineros»
Mujer mala y que no se doblega
«Una mujer fue la causa
de mi perdición primera,
no hay perdición en el mundo
que por mujeres no venga»
«A los árboles blandeo,
a un toro yo amanso,
y a ti flamenca no pueo»
Celos y poder
«La gachí que yo camelo,
si otro me la camelara,
sacara mi navajita
y el pescuezo le cortara»
«Porque yo me naje
no sientas ni llores,
que ese es el pago compañera mía
que damos los hombres»
Ironías y dependencia
«De una costilla de Adán
hizo Dios a la mujer
para dejarle a los hombres
ese hueso que roer»
«Mira mis buenas partías,
ando pidiendo limosna
pa tenerte mantenía»
Fuente: Diario Sur