Sabor marinero y olor a devoción. Las calles de El Palo y Pedregalejo se vistieron ayer de gala para acompañar a la Virgen del Carmen en su camino hacia el mar. Los recuerdos de los que ya no están y las oraciones a la Reina de los Mares se mezclaron con el fervor y la fiesta que inundaron dos de los barrios con mayor tradición marinera de la capital malagueña.
A las seis y media de la tarde, la puerta de la Iglesia de El Palo se llenaba de fieles deseosos de encontrarse con la patrona de los marineros. Pocos minutos después, la Estrella de los Mares salía del templo escoltada por de la banda de música de Zamarrilla y rodeada de marengos, y sobre todo de marengas.
Llevaban pantalón azul marino, camisa blanca y fajín rojo. Algunos calzaban alpargatas, otros iban descalzos en señal de su veneración, pero todos se iban mezclando con los paleños que no quisieron faltar a su tradicional cita con la imagen. Como Mari Carmen Roji, quien la siguió acompañada de sus nietas Daniela y Valeria, de cinco y dos años. «Las he vestido de marengas desde que nacieron», comentaba esta vecina.
Tradición
Mayores y pequeños disfrutaron de la procesión, arrojando piropos y ramos de claveles sobre la Virgen del Carmen. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y varios representantes de la corporación municipal, también acompañaron a la protectora de los hombres que faenan en la mar. Como José Luis Ruiz, quien no se separó ni un instante de los pies del trono. «La Virgen del Carmen es lo más grande de El Palo», aseguraba este pescador. En sus manos sostenía una miniatura de la jábega en la que, al llegar a la playa de El Dedo, embarcó la imagen carmelita.
Cambiando la mecida de los hombres de trono por el suave vaivén de las olas, la Reina de los Mares navegó por alta mar. Con la caída de la noche, coincidió en las aguas con la Virgen del Carmen de Pedregalejo, que había salido a las siete de la tarde de la parroquia del Corpus Christi. Tras recorrer el paseo marítimo desembocó en Pilones, donde unos marengos la subieron a una jábega.
Así, El Palo y Pedregalejo quedaron unidos en el mar a través de sus dos vírgenes. Dos imágenes que se mecieron lejos de la orilla, bajo la atenta mirada de pescadores, vecinos y visitantes que se acercaron a las playas de la zona
Fuente: Diario Sur