Superado el caso Soria, ya "todo parece haber vuelto a su cauce", sin que tengamos por qué caer en la cuenta de qué "eso del Banco Mundial" huele peor que mal, con sus directivos y sus currículos a disposición de unas pagas que son fortunas por ¿sus servicios?.
Y más si resulta que uno se detiene en los supuestos principios, según exhiben los del Banco Mundial, que espantan por el escarnio que destilan, si se atiene uno a esos principios que dicen. Que los dos principales objetivos del Banco Mundial son : Primero terminar con la pobreza extrema y segundo fomentar la prosperidad compartida.
Y a cambio de esa declaración de principios, ¡y no son broma!, los directivos nombrados y dedicados a esas tareas cobrarán unas fortunas como sueldos, sin obligación de declarar a Hacienda, con unas becas sustanciosas para los hijos y todo el resto de los gastos pagados. ¡Con un par!.
Y todo el mundo a tragar ¿o no?, con esos directivos con la sensibilidad a flor de piel, ¿o no?, a razón de 600 euros diarios, como para ser capaces de entender a los pobres de solemnidad que "haberlos haylos", a merced de un oxímoron intragable, a merced de una contradicción per se y en sí misma, como que un Banco, por muy mundial que se autoproclame, "reconvertido" en ¿una ONG?.
Y entretanto y antes que tarde, esta desfachatez volverá a hacerse invisible y el sistema consolidado sobre la desigualdad que premie a los "espabilados", unos pocos, todos ellos muy bien avenidos, sobre la inmensa mayoría que habrá de aguantarse con ir mal sobreviviendo . . . porque la desvergüenza es tan indecente como legal y legítima ¡faltaría más!.
Y si no vale el tal Soria . . . pues ya valdrá otro, y aquí paz y allá gloria.
Madrid septiembre – 2.016