Antonio tenía un quiste subcutáneo en la espalda, Había crecido algo de tamaño y solicitaba que le fuera extirpado. Lo exploramos y efectivamente, por su localización debía molestarle, nada más con apoyar la espalda. Lo derivé a cirugía menor, no sin cierto reparo, ya que sé los tiempos de espera que tiene. Rellené el papel, el mismo que veo luego en montones. A los cuatro meses vino con una inflamación en la misma lesión, parece que se había abscesificado. Ponemos el tratamiento y, debido a la espera prolongada, le derivé a cirugía al hospital. Después de otros dos meses viene de nuevo con un informe de cirugía y grapado el protocolo de derivación donde el cirujano había subrayado que los quistes subcutáneos se extirpaban en el centro de salud. Antonio, que tiene más paciencia que yo, no venía enfadado por el “peloteo” al que lo sometíamos y me miraba más bien con resignación, lo que aumentaba todavía más mi malestar.
Es desalentador ofrecer un servicio ficticio, una intervención “incluida en cartera de servicios” pero con una lista de espera tan enorme que hace que de hecho no sea real. De entrada, cuatro meses al año está totalmente cerrada, los tres de verano y el mes diciembre. Son los periodos de tiempo, ya “consolidados”, en los que, la práctica de no sustituciones, obliga a cerrar programas, visitas domiciliarias y todo lo que no sea consulta demanda y urgencias. Y si los que se ausentan son los profesionales que practican la cirugía menor, suma mayores periodos.
Se presenta una falsa fachada de oferta sanitaria avanzada y moderna, supuestamente accesible en el centro de salud, pero sin dar medios suficientes para llevarla a cabo de forma adecuada. Antonio sigue esperando