Distrito este: Contraste y reivindicación

­Alrededor de sesenta barrios construyen una de las piezas más peculiares del puzle de la ciudad por su tamaño y la heterogeneidad de su geografía y población. El Distrito Este, el número 2 del mapa municipal, es el primero en superficie con 126,6 kilómetros cuadrados que nacen en el rebalaje y mueren en los Montes de Málaga, aunque es la franja más cercana a la costa la que concentra la mayor parte de sus habitantes. Con el salitre en su ADN, el distrito eclosionó en el siglo XIX, cuando buena parte de la burguesía malagueña eligió esta zona de la capital para rematar la que sin duda es una de las zonas con más atractivo y contrastes sociales y paisajísticos de la ciudad.

Hoy, de cara a las elecciones municipales del próximo 24 de mayo, sus más de 70.500 residentes hacen balance de los últimos cuatro años de gestión que el Ayuntamiento de Málaga ha hecho a través de la Junta de Distrito que lidera la concejala popular Carmen Casero. Como no podría ser de otra manera, los Baños del Carmen, uno de los asuntos que más debate genera en el resto de la ciudad, resuena con especial eco en esta zona, donde su rincón preferido vive enterrado en el pasado, la burocracia y la perplejidad de unos vecinos que apenas pueden pasear entre sus ruinas. Esa incredulidad la transmite el presidente de la asociación de vecinos de Pedregalejo, Antonio Delgado, que sitúa al antiguo balneario como una de las dos reivindicaciones históricas que no se resuelven. «Por encima de cualquier otra cosa, el Ayuntamiento de Málaga tiene que remar a favor de la recuperación de su rescate y de la legalización de las viviendas del barrio», resume antes de reconocer que en el segundo aspecto sí parece que hay una disposición a valorar el suelo en función del poder adquisitivo de los que lo ocupan. A partir de ahí, el representante vecinal destaca carencias en materia de limpieza y playas, que como una serpiente recorren la calle Bolivia y la avenida Salvador Allende y, paralelamente, los paseos marítimos de Pedregalejo y El Palo. «El problema de la limpieza de los contenedores que usan los chiringuitos no se resuelve y sigue habiendo puntos por los que no se puede pasar por el mal olor», explica Delgado, que recuerda que es a partir de ahora con el calor cuando más se nota. En cuanto al litoral, destaca el mal estado que presentan algunos de los espigones construidos hace ya 35 años o la necesidad de recuperar «la playa del tranvía», entre los Baños del Carmen y el Morlaco. La falta de limpieza, según Antonio, es extensiva a los cauces de los arroyos. Sobre todo el de los Pilones, cuyo último tramo –desde Bobby Logan a la calle Bolivia– fue embovedado hace ya muchos años y lo que guarda en su interior es «una incógnita y un riesgo en caso de inundaciones».

Al igual que la ruta de los contenedores malolientes, a los vecinos de Pedregalejo les preocupa el tráfico pesado que discurre, ida y vuelta de la cementera de La Araña, por las dos arterias del distrito, la calle Bolivia y la avenida Juan Sebastián Elcano, respectivamente. «Nos oponemos rotundamente a que estos camiones atraviesen la ciudad desde el Centro. Nos costó años acabar con un problema con el que Pedro Aparicio y Celia Villalobos se mostraron muy sensibles, pero en lo últimos años ese compromiso ha desaparecido», exclama Delgado.

El portavoz de los residentes de Pedregalejo tiene todo el apoyo en este y otros aspectos de su colega Mercedes Pires, presidenta de la asociación de vecinos de El Palo, quien incluso añade la petición de crear un carril bus en dirección al centro o un carril para Vehículos con Alta Ocupación (VAO) con el objetivo de aliviar el tráfico en la avenida Juan Sebastián Elcano en las horas punta que lideran los horarios de los colegios San Estanislao y Valle Inclán. Mercedes echa de menos «mano dura» municipal en lo que se refiere a la limpieza, aunque también asume la responsabilidad vecinal. «Una encuesta revela que un 58% de los vecinos creen que el Ayuntamiento cumple, pero el resto cree que la suciedad es un problema en el que destacan los excrementos de perros y los residuos que genera el sector hostelero de la playa», indica. Más responsabilidad de las autoridades reclama en dos de las grandes zonas verdes de las que hacen uso los ciudadanos de El Palo: los parques Lagarillo Blanco, en la falda del Monte San Antón, y el Peñón del Cuervo, este último en un estado lamentable. Pires reclama una «inversión real» en ambas zonas, no los tradicionales parches que han venido haciendo en los últimos años. Otro de los grandes reclamos de El Palo tiene que ver con el alto nivel de paro que sufren sus vecinos. La asociación, que ha elaborado una batería de propuestas para la próxima legislatura, pide trabajo a gritos. «El Palo necesita empleo y podría conseguirlo a través del turismo. Tenemos la singularidad y los atractivos de sobra para que los turistas que visitan el centro de la ciudad puedan acudir a esta zona», abunda Pires.

Pasado el arroyo Gálica, el balance de los últimos cuatro años llega a la urbanización El Candado, que a pesar de ser una de las zonas más exclusivas de la capital acumula bastantes reclamaciones en el cajón. El máximo responsable de la asociación de vecinos, Cosimo Culotta, sostiene ese malestar sobre varios pilares. El primero tiene que ver con la salud y la «falta de sensibilidad» del Ayuntamiento de Málaga en materia de medio ambiente con los efectos que la cementera de La Araña pueda tener sobre los ciudadanos. Culotta lamenta que los responsables municipales y de la Junta de Andalucía miren hacia otro lado durante los últimos diez años de lucha de los vecinos por paliar las emisiones tóxicas de la factoría. Esa lucha, hoy por hoy, ha resultado inútil a pesar de estar avalada por una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) que anuló la licencia que el equipo de gobierno de Francisco de la Torre otorgó en 2003 para la ampliación de la fábrica y de su torre, que alcanzó 110 metros de altura cuando el PGOU de 1998 la limitaba a 35. La asociación va más allá que las dos anteriores en el asunto del tráfico pesado y se pregunta si los camiones que atraviesan el distrito cargados de coque de petróleo lo hacen conforme a la ley. Los vecinos de El Candado critican las facturas del agua que reciben desde que el Ayuntamiento impuso la nueva tarifa. No les parece correcto que los recibos incluyan tasas en concepto de depuración, desalinización o saneamiento y que, por otro lado, ese mismo agua se utilice para regar jardines públicos o baldear las calles. Cosimo Culotta también cuestiona la imparable subida que el Ayuntamiento de Málaga ha aplicado al Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) hasta situarlo prácticamente al nivel del valor catastral de las viviendas. O el asunto de la basura, un servicio que ha degenerado en los últimos años hasta el punto de suprimirse la recogida los días festivos.

En La Araña, el barrio más este del distrito, José Santos reconoce el cumplimiento de parte del plan de conservación anunciado por el programa electoral del PP en 2011, pero no todo. «Se han adecentado algunas calles, hemos conseguido un local social en el antiguo cuartel de la Guardia Civil y la torre vigía se ha rehabilitado», enumera antes de subrayar las cuentas pendientes. Santos insiste en las viejas peticiones de construir una rotonda en el cruce de la parada de autobús o mejorar la conexión entre las dos zonas del barrio que divide la carretera: «El paso peatonal se inunda cuando llueve, no se puede usar, y el agua también es un problema en el paso subterráneo para cambiar de sentido». Con respecto a las playas, el barrio no se muestra satisfecho del todo por las recientes actuaciones en materia de limpieza, aunque preferirían que se prolongaran más en el tiempo y no sólo en elecciones, y recuerda al Ayuntamiento que el varadero de La Araña sigue siendo el cementerio de barcas de todo el distrito.

También hay reivindicaciones en la zona de Pinos del Limonar, cuyos vecinos piden, al igual que se ha hecho con las calles Sierra de Grazalema y Mayorazgo, la pavimentación de la calle Sierra del Co, maltratada y parcheada tras varias actuaciones que incluso ya han provocado algún accidente de moto. Pedro Fernández, integrante de la entidad urbanística de Pinos del Limonar, cree necesaria la intervención municipal en la zona de la fuente de Berrocal, precisamente retirada para su restauración en febrero por el mal estado que presentaba. «Los jardines de esa zona, el mobiliario urbano y algunas losas de mármol presentan destrozos», explica antes de recordar la solicitud que ya le han hecho al alcalde para que se sustituyan muchos de los contenedores que están en mal estado, incluidos los de reciclaje: «Nos gustaría que fueran sustituidos por los que tienen el sistema hidráulico de apertura que se activa con el pie para que no se quedaran abiertos». Por último, Fernández recuerda que los árboles que mueren o caen deberían restituirse y que la resina de algunos de ellos empiezan a ser un problema en esta época del año.

En la montaña de al lado, en Cerrado de Calderón, la presidenta de la asociación de vecinos hace un balance positivo de la gestión municipal. Entre los objetivos cumplidos, Ana Vigar destaca la mejora del tráfico con la nueva vía de acceso desde la autovía o el problema del saneamiento, «una reclamación histórica solucionada recientemente. El Ayuntamiento, dice Vigar, ha actuado en las zonas verdes y la limpieza ha mejorado, aunque la llegada del verano les preocupa. «Los miradores de la urbanización se convierten en un punto de encuentro de los jóvenes que hacen botellón y la basura se acumula», argumenta. La definición del tráfico, aceras que no se han tocado, el eterno problema del aparcamiento y las pintadas de los jóvenes son algunos de los asuntos que quedan pendientes para el partido que gane las próximas elecciones.

Los Baños del Carmen, la eterna promesa

El antiguo balneario, el escenario con más potencial que tiene el distrito y probablemente la propia ciudad, siempre es noticia por la falta de voluntad de las administraciones para recuperarlo en beneficio de los ciudadanos. La invalidación en enero de la operación de compraventa entre los antiguos y los nuevos concesionarios por parte de la Junta de Andalucía anuncia una nueva y larga espera para que los malagueños puedan disfrutar de este espacio como se merecen después de décadas de especulaciones