E L P R Í N C I P E

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El príncipe reo de sus maquinaciones, esclavo de su soberbia, de manos juntas y efigie astuta, reverendísimo desde su pedestal honorífico, apeado de su poder revelado, por la gracia de su dios, en línea directa para la interpretación exacta . .  .del mensaje  del odio y el rencor, desde el consagrado del poder absoluto, sin un ápice de débil misericordia, de cercanía, desde sus ínfulas bendecidas, tan mitrado con exultante desde su pose hierática, repartiendo bendiciones, admoniciones implacables, condenas y amenazas. .  .desde la inquina mitrada.

                                               El príncipe recolocado, con sus dos asistentas, tan religiosas ellas, tan solícitas y serviles ellas, por mortificación recompensada . .  .en la futura vida eterna, con su ayudante personal, chófer, secretario, “señor para todo”, también humildísimo siervo, meritorio para el más allá, . .  .para atender  . .  .al príncipe purpurado, al príncipe ensimismado, al príncipe . .  .realojado.  . .en un piso de 374 metros cuadrados, a todo lujo, a medio millón de euros. .  .pagados . .  .la remodelación necesaria, exigida, a escote por la diócesis de Madrid, hasta el último céntimo, para el honorabilísimo cardenal señor Rouco Varela.

                                               Ejemplo de santos varones, sacrificado en el ara del sacrificio propio, jugándose la humildad por el orgullo inaccesible del cargo que ostenta. .  . desde sus nuevos aposentos, sujeto a la potestad de sentirse tan arriba en el rango. .  .de los hombres consagrados . .  .a revelar ¿la buena nueva?. . . frente . . . a la pobreza y la bondad, la humildad y la misericordia, frente a quienes no están. .  .al tanto de la venerada eminencia del gran ex cardenal. . . puesto en “su sitio principalísimo”. .  .para luz y guía de los suyos, sumisos, obedientes, al dictado del mensaje reinterpretado por el gran . .  .”chambelán”. . . bien colocado en el “pisazo” de a todo lujo, de a todo detalle, sobre el marasmo de pobreza y precariedad que apenas llega a salpicar los escarpines de terciopelo y oro del santo. .  .varón. .  .¿por la gracia de su dios?

                                               Desde sus mundanos privilegios rezando, se supone, por el alma eternas de sus fieles, ¡seguro!, desde el pecado inconfesable de . . .la riqueza tan ostentosa como  imperdonable. ¡En nombre de su dios!, . . . seguramente. . . el siervo de siervos, el príncipe de la Iglesia: monseñor Rouco Varela.

 

                                               Torre del Mar    febrero – 2.015