É R A S E U N A V E Z . . .

Benditos instantes de ensimismamiento, de hechizo deletreado, de hadas y ogros, de princesas y príncipes, de casitas de caramelo y sapos parlanchines. . .de héroes y villanos, de sueños tranquilos y amaneceres ensortijados de trinos y haces de luces solares, mientras me desperezaba reconociendo sonidos y fragancias, mientras hervía la leche recién ordeñada y se guisaban las sopas en el blanco espesor de la leche que borbotaba. Érase una vez en el corolario imprescindible de mi vida echada a andar, junto a la de miles y millones de niños y jóvenes y adultos que, a diario, también soñaban a dejarse mecer en la fantasía y la magia de los cuentos, de las historias eternas, tan bellas, tan entrañables, . . . sin que a nadie se le ocurriera poner un pero a la imposible y sucia tarea de descreer de cuanto se imaginaba y se vivía, como si fuera tan real la necesidad de dar por sentado que la fantasía y la magia formaban parte de nuestras vanas existencias . . .a tiempo completo. En estas se nos ha ido Ana María Matute, tan entrañable y dulce como su mirada, como su sonrisa, como su verbo tierno y emocionado, tan vivido, tan mágico, tan libre como sus historias, comos sus cuentos que olían y se masticaban de pura y sencilla humanidad, tan cercanos, tan reales y tan mágicos. . .para que solo se pudiera distinguir la verdad de sus personajes, sobre los cantos rodados de los reinos inventados, de los pueblos de adobe y humo de hogar. Ana María Matute, en el cielo de las cuentistas que nos acompañarán por y para siempre, para apuntarse a la cálida presencia de una estrella nueva que ya esté adornando las noches ateridas de luceros y lunas, atentas a los susurros de los cuentos que se lean, que se digan, que se recuerden. . . para no sentirnos, nunca más, solos. Gracias Ana María por tu delicadeza, por tu atrevimiento a imaginar, a soñar, a creer a pies juntillas que nada es imposible y menos la magia que. . . ¡es tan real!. Torre del Mar 28 – junio – 2.014