Espetos en su tiempo,
espetos de sabia humildad,
espetos de relance a ras de arena y guijo,
espetos de sabor a mar y esfuerzo jalado,
espetos de mes sin erre,
espetos de “bastina” para socorrer la hambruna,
la necesidad ancestral,
el capricho en el “merendero” de antaño,
en el “chiringuito” de hoy, a pie de playa,
a pie de habilidad y tenacidad,
a pie del ensarte exacto por la barriga
de las sardinas espetadas. . .
espetos al relente del poniente que refresca
la conversación amable, el encuentro de los amigos,
espetos de sardinas de Alborán,
espetos sabrosos de cuando la necesidad apretaba tanto,
espetos de pies descalzos,
espetos de cañas ensartando plata y escamas de sal,
espetos de “Miguel el de las sardinas”,
espetos humeando el pasado heroico de quienes
sobrevivieron alrededor de lo que “menos valía”,
por matar la gusa del hambre que asolaba,
del abandono que devastaba,
del coraje anclado sobre el rebalaje
que traía el copo preñado de esperanza,
de platijas rebullendo vida, de chanquetes de futuro,
de sardinas de cuerpo graso y generoso,
al espeto humilde y fraternal
. . . para poder comerlas “asín”. . .
con los dedos.
¡benditos espetos!.
Torre del Mar mayo – 2.015