ha llevado a la casa del pueblo a un endeudamiento histórico; huye a cobrar sueldo de senador a Madrid para defender un municipalismo que su partido se está cargando; se niega a aceptar que los viajes de su mujer a canonizaciones y desfiles militares se los debe pagar uno de su propio bolsillo; no soluciona nada (Astoria, Tabacalera, mojón del puerto, Colinas del Limonar, carriles bici, limpieza, guarderías, avenida del soterramiento…); y de lo único que saca pecho es de lo que debería ser normal, que el Ayuntamiento paga a sus trabajadores y proveedores -¡faltaría más!- Que con esta hoja de servicios, De la Torre sea el mejor candidato del PP a las elecciones 2015 más que pánico, provoca una infinita tristeza. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com analiza hoy la última y grandísima metedura de pata del alcalde de Málaga.
TRAS una larga década como alcalde, lo normal es que Francisco de la Torre sea la última autoridad en acudir a los actos institucionales que se programan en Málaga. Llega tarde porque sabe que habla el último, toma unas notas, y suelta un discurso final plagado de banalidades. La platea local asume esta mediocridad como parte de una costumbre. De la Torre actúa con la seguridad de quien fue presidente más joven de una diputación provincial en la España franquista y lleva 40 años en el machito de la política, pero eso no significa que lo haga bien. Sea por edad o por excesiva confianza en sus capacidades, sus intervenciones en el extranjero retratan su ineptitud.
EN los últimos años, el alcalde ha conocido el flamante mundo de las multinacionales de las nuevas tecnologías de la mano del abogado Javier Cremades. De estar centrado en acudir a peñas, cofradías e invitaciones de cualquier asociación de vecinos -trabajo con el que ha cultivado sus éxitos electorales- ha pasado a perder la compostura por obtener la atención de un presidente de IBM, de Google, de Telefónica… Los círculos del alto empresariado nacional e internacional le fascinan, y es un club al que no estaba afiliado que ahora le abre las puertas a golpe de recepciones pagadas con fondos municipales con cargo al proyecto Málaga Valley.
EN su progresivo alejamiento de la realidad, De la Torre ha cometido un error que no se le va a pasar por alto. La metedura de pata de su intervención en Nueva York atacando a la Universidad de Málaga y al sistema educativo público español -aderezado después con sal gorda y tono verdulero por Celia Villalobos- socava la credibilidad de un alcalde, que no logra tener el patio en orden, ni goza de un imagen de incorruptible tras sus visitas a Roma y Valencia.
EN la comunidad universitaria de Málaga están las élites de una ciudad. Profesores, investigadores, expertos y autoridades en sus respectivas materias. Ha sido la UMA la que ha dado un vuelco a Málaga. La que ha posibilitado un desarrollo urbanístico (Teatinos), es la masa madre de la que salen la mayoría de los líderes de opinión, las cabezas pensantes, los empresarios, los innovadores, los emprendedores… La UMA es la mayor empresa de Málaga, la institución en la que 40.000 personas generan el mayor movimiento económico que ninguna otra entidad pública o privada de la provincia. Y a estas alturas debería ser asumida ya como el baluarte sobre el que se construya el futuro de la región. Entonces, ¿qué sentido tiene que le pagemos un viaje a De la Torre a Nueva York para que ponga verde a la UMA? ¿Para que venga a decir que en Málaga el muy listo y los demás muy tontos?
ESTO es lo que muchos no entienden ni van a perdonar a De la Torre, que se ha cargado el crédito por el que podía ser recordado: de ser impulsor de la Universidad en Málaga ha pasado a ser detractor de la Universidad de Málaga. Y no se trata de que no exista la crítica, y que no sea necesaria. Al contrario. Lo es y hace mucha falta. El problema es dónde debe efectuar esta crítica el principal prescriptor de la ciudad en el extranjero. Pero resulta que vende ciudad diciendo que falla la educación. Cuando además hay sobrados argumentos para rebatir esta postura. Imagínense al consejero de Turismo en la WTM de Londres o la ITB de Berlín admitiendo que la Costa del Sol tiene un serio problema con el saneamiento integral que afecta a la calidad de las playas. Es una verdad como una casa, ¿pero es el lugar adecuado para hablar o tratar de solucionar estas cosas?
NO es de extrañar, que atendiendo a las reacciones provocadas por De la Torre y Villalobos, el presidente del PP malagueño se haya apresurado a salir al quite para decir que el partido “tiene un concepto positivo del trabajo que se hace en la Universidad de Málaga”. Claro que a estas alturas a nadie se le escapa que la puñalada del alcalde a la UMA llega además cuando su partido está ejecutando los mayores recortes de la historia democrática en la universidad, que dejan la inversión en I+D+I en niveles propios de países subdesarrollados, lo que compromete el futuro desarrollo y mayor diversidad de la economía española. Y sobre todo, cuando quiere instalar en Málaga una universidad privada de Murcia, hipercatólica y fundamentalista muy al gusto de su mujer, terriblemente seguidora de las más diversas beatificaciones. Universidad que, si no tiene ningún prestigio, al menos tiene un montón de dinero.