Ha perdido jugadores esenciales, pero se sostiene en su idea, mantiene los hombres de la sala de máquinas y Moyá y Mandzukic, que suplen a dos estrellas, han demostrado seguridad y firmeza. Mandzukic, con su gol y con su lucha, se ha convertido de un día para otro en un ídolo de la afición.
Pero el verdadero ídolo sigue siendo Simeone, que, por cierto, ayer se excedió. En cuanto al Madrid, empezó a perder el partido cuando descartó a Di María, la pieza sobre la que resolvió sus confusiones el curso pasado.
La llegada de James ha costado esta baja, baja grave. James es un jugador extraordinario, pero ahora Ancelotti tendrá que encajar de nuevo las cosas. Y si lo tiene que hacer bajo la condición, expresa o tácita, de mantener a Benzema pase lo que pase, le va a costar. Porque encajar a James pide tres medios tras él y sólo dos delanteros por delante. Y James es demasiado bueno, no sólo demasiado caro, como para desperdiciarlo.
Ayer, Ancelotti fue injusto con él. El Madrid ya no hará su colección de seis títulos. Tiene un grupo de jugadores de calidad estratosférica, pero de nuevo tiene que empezar a hacer un equipo. Lo que tiene le basta para golear a más de la mitad de la tabla de Primera División, pero no para ganarle al Atlético.
El Atlético no es el Sevilla, decía yo el otro día. El Atlético es el campeón de Liga y ahora el de la Supercopa. Tantos años sin ganarle al Madrid empiezan a quedar atrás. Ya hasta ha ganado al Madrid con Casillas. Hay que felicitarse por este Atlético que ha irrumpido en la monotonía del pleito constante entre el Madrid y el Barça