El “César o nada” alumbrando a su candidato al parlamento europeo, con la inercia del requisito cumplimentado en un tiempo libre, como a regañadientes, con el señor Cañete ya ungido y aclamado por unanimidad incontestable por la bancada de “estómagos agradecidos”, naturalmente, como decía mi abuelo con tanto paniaguado uncido a las ínfulas que los hagan petimetres, soberbios y altaneros hasta el escarnio.
El César o la nada, preferiblemente lo primero y lo último por dejarse llevar, con la filosofía de “haga lo que yo, no se meta en política”. Con la banalidad más descarada y descarnada, muy atentos a lo que les puede interesar “los asuntos públicos”, siempre secundarios ante sus propios estatus, todos ellos y ambos dos, el presidente señor Rajoy y el candidato señor Cañete, como tantos y tantos de sus conmilitones, habiendo asegurado sus habichuelas a la sombra de las ubres del papá Estado, ese que tanto defenestran, el uno registrador de la propiedad, el otro abogado del Estado, ambos funcionarios, ambos muy pegados a sus pingües negocietes de auparse cuanto más arriba mejor, a costa de las ubres paternalistas cuando haga falta, con sus patrimonios a resguardo y pontificando “el estado liberal” que desmonte la función pública, esa misma que les ha ido dando tan bien de comer y engullir, cuando uno sospecha si esa mala idea y conciencia ya la tenían desde siempre adjudicada ad hoc.
El César o la nada desactivando al populacho que han de administrar, tal vez incluso a su pesar, por eso de los trámites que mantengan el entramado que ellos obvian a diario, porque qué más da el uno que el otro, el otro que el uno, si los intereses son comunes y exclusivos, y el arribismo da tan buenos réditos, por aclamación unánime, por borreguismo ante el pesebre que los vaya cebando.
“El César o nada”, y ya el señor candidato con las vistas puestas en la promesa de convertirse cuanto antes en gran Comisario de la cosa europea, con la idea bien clara de lograr el descreimiento en la política, laminada por su comportamiento bien organizado, para que se desactive, al cabo, el espíritu personal o crítico, en aras de convertir la dinámica en un vodevil soso y casposo, en el que la idea de votar se traspapele por la costumbre de fichar, sea el que sea el engrudo que nos receten.
“El César o la nada” habiendo logrado la aceptación del declive de una civilización que se va al garete, en una “alquería global” con “santos inocentes” que aprenderán a firmar con dificultad ante el orgullo dadivoso de los señoritos “sacrificados” ante los imponderables del “gran teatro del mundo”, huero y amoral, para que se niegue la realidad, y tergiverse la decencia y las víctimas corran a aliviar a sus amos de las servidumbre del poder, ¡pobrecitos los entregados a la causa de dirigir los destinos de los pobres y parias!. . .
Aunque éstos ya anden conformándose con las migajas que . . .ni se merecen. . . de la prodigalidad de sus amos y dueños, los testaferros del poder infame y desahogado.
Con saña y desvergüenza, al cabo, para que nos desengañemos de la utilidad de los políticos, como si de u mal inevitable se tratara, tan alejados de la realidad asocial, mientras se reparten los cromos, en el arte de la cara dura más hormigonada, sabiendo que nada les alcanza, parapetados en sus aforamientos insalvables, sabiendo que da lo mismo arre que so, que da lo mismo evidencias que desfachatez, corrupción generalizada. . .con nombre y apellidos,. . . porque como dijo el señor presidente : “Nada se podrá probar”. . .y si se prueba ya lo negarán ¡desde luego! en otro alarde de hedionda autocracia de los llamados a gobernar, por sus preclaras “estirpes” sobre la ciudadanía de a pie. . . que aún no ha aprendido, siquiera, a ser protagonista de su negativa a ser burlados una y otra vez.
Torre del Mar 11 – abril – 2.014