"A la ville de Barsalona". La frase, medio en francés, medio en catalán, la pronunció Juan Antonio Samaranch hace exactamente 25 años en Lausana. Fue un sortilegio. A partir de aquella designación de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos de 1992, el deporte español sentó las bases de lo que fue un salto de gigante. De los años de plomo, de las hazañas quijotescas de contados pioneros como Blume, Nieto, Bahamontes, Santana o Ballesteros, se pasó a una cosecha de éxitos impresionante. El punto de inflexión llegó de la mano de una fuerte inversión económica, se importó un sistema de becas de ayuda a los deportistas, se desarrollaron los centros de tecnificación, llegaron preparadores extranjeros que aportaron nuevos métodos y, sobre todo, aparecieron nuevas generaciones de atletas que, además de un inmenso talento, perdieron los complejos que tanto habían lastrado a sus predecesores.
El deporte español lo ha conseguido prácticamente todo en esos últimos 25 años. Pasó de unos resultados paupérrimos, siempre en la cola de los principales países del mundo y a la sombra de países vecinos como Francia o Italia. Desde entonces, desde aquella designación olímpica de hace un cuarto de siglo, la maquinaria se puso en marcha y la progresión ha sido meteórica. España brilló como no lo había hecho nunca en unos Juegos Olímpicos, obtuvo 22 medallas, solo una menos que en las 21 ediciones anteriores de los Juegos. España se alió con la victoria y la imagen de la explosiva alegría de Fermín Cacho culminando su triunfo en la final de los 1.500 metros en el estadio olímpico de Montjuïc resume el paso a la edad de oro del deporte español.
A partir de entonces empezaron a caer todas las barreras. Surgieron campeones de nivel mundial, desde Induráin hasta Contador y Freire, desde Sito Pons y Alex Crivillé hasta Lorenzo, Pedrosa y Márquez, desde Sergi Bruguera y Arantxa Sánchez Vicario hasta Rafael Nadal, por Fernando Alonso y tantos otros deportistas que han alcanzado el máximo en cada una de sus disciplinas.
Posee un valor muy especial lo obtenido por las diferentes selecciones en deportes de equipo, con éxitos impensables hace solo unos años, como los Mundiales y Europeos conseguidos por las de fútbol y baloncesto. En ambos deportes se ha convertido en una referencia mundial y Xavi, Casillas, Iniesta y compañía, al igual que Pau y Marc Gasol, Navarro, Calderón, Rudy Fernández y demás, son admirados en todo el mundo.
Dos cuartos de lo mismo sucede con el equipo español de Copa Davis y los éxitos se han sucedido igualmente al máximo nivel en balonmano, waterpolo, natación sincronizada, vela, fútbol sala, hockey patines, en gimnasia con Gervasio Deferr o en piragüismo con David Cal… en casi todas las disciplinas. Nada hubiera sido lo mismo sin la llama que iluminó el pebetero del estadio olímpico de Montjuïc en 1992, sin la designación olímpica de Barcelona para acoger aquella cita que pasó a la historia del deporte mundial y que marcó un punto de inflexión, la llegada a la modernidad y a la edad de oro del deporte español. Todo dio comienzo hace 25 años.
Fuente: Diario El Pais