El inusitado aspecto del arroyo del Judío

Hace cuatro mil años, antes incluso del nacimiento de Silvio Berlusconi, en Mesopotamia comenzó a gestarse la primera epopeya de la Humanidad, la que protagonizó el rey Gilgamesh.

En esta epopeya se asegura que «los días del hombre están contados. Cualquier cosa que haga es viento». La frase, que no es ninguna loa a la energía eólica, subraya que en este mundo nacemos con todo el pescado vendido. De acuerdo. Pero aunque nuestros días estén contados, no es mucho pedir que los pasemos en un entorno limpio, y que un paseo turístico por nuestra ciudad no nos retrotraiga a los tiempos más espesitos de la Edad Media.

Este era el panorama existencial de todos los malagueños y visitantes que hasta hace poco se adentraban por el paseo de los Canadienses, y que a la altura del puente de madera, frente al peñón del Cuervo, se les ocurría echar un vistazo al modesto arroyo que desemboca en la playa.

Alguna vez hemos hablado de este discreto cauce, conocido como el arroyo del Judío, lo que nos da una idea de la antigüedad del nombre.

Los medios de comunicación, señalan algunos, suelen ofrecer un resumen diario y pormenorizado de malas noticias, salvo una cadena amiga de televisión que aparta las malas noticias para optar por las escabrosas.

No es el tono de la crónica de hoy, porque la noticia es que por fin no hay porquería en el arroyo. Desde hacía años, en los apenas últimos 50 metros del cauce no había día que no lucía cuajado de basuras de todo pelaje, así que el misterio era doble: por qué se acumulaba tanta y por qué no se limpiaba.

La acumulación se explica porque el arroyo pasa junto a una explanada para barbacoas, así que el cauce acogía en su seno todo tipo de plásticos y detritus. La situación del arroyo durante tanto tiempo sólo puede entenderse por la pugna entre la Junta y el Ayuntamiento para ver quién no limpia los cauces.

Algún lector malvado concluirá que en las últimas semanas ha llovido mucho y que el agua bien ha podido limpiar el arroyo a fondo. El agente causante es lo de menos. Sea la Junta, el Ayuntamiento o un aguacero, el arroyo del Judío luce limpio y reluciente y eso no pasaba, desgraciadamente, desde hacía mucho tiempo. Ahora es el momento de que, si alguna vez vuelve a ser un estercolero, no sea un estercolero permanente. Ánimo.

Elecciones

No parece probable, aunque todo puede ser, que hoy una multitud de malagueños exultantes y enfervorizados tome las calles de Málaga para dar las gracias porque en un periodo de dos meses deberá acudir a las urnas en dos ocasiones y disfrutará, en total, de cuatro semanas de campaña electoral, sin olvidar que el año puede terminar con elecciones generales.

Pocas veces el interés particular se ha disfrazado tan mal de interés general. Ya ni disimulan