El mito casi inexplicable

En Paco de Lucía convivieron varios músicos, todos geniales. El primero es guitarrista flamenco, nacido en Algeciras, rodeado de grandes del flamenco como El Niño Ricardo, con un padre que le transmite el amor a esa música, es decir, el hombre adecuado en el sitio y el año precisos; el adolescente que se fue de gira a EE UU con su hermano Pepe como acompañantes del bailarín José Greco, y el hombre que cruzó sus pasos con otro monstruo, Camarón, antes del terremoto del disco Fuente y caudal (1973) —donde estaba la rumba Entre dos aguas—.

Está el músico de jazz, el que forma un trío con McLaughlin y Al Di Meola; ese guitarrista que conjuga giras con Chick Corea o Carlos Santana.

El director del filme es Curro Sánchez Varela, hijo del artista fallecido

Y, por supuesto, hay un tercero, que nace de los otros dos, un teórico y revolucionario del flamenco que levanta el sexteto Dolores, que es el culpable de la introducción del cajón peruano como elemento de percusión en la música española (hoy no hay fiesta flamenca ni de flamenquitos-pop sin que alguien no toque el cajón). “De cada encuentro sacó una lección vital y artística, algo que aún me sorprende”, recuerda Curro Sánchez Varela, documentalista, director del fascinante Paco de Lucía. La búsqueda, que se estrenó en el pasado festival de cine de San Sebastián y, sobre todo, hijo de Paco de Lucía (Algeciras, 1947 — Playa del Carmen, México, 2014), cuya muerte pilló a su vástago en mitad de la producción del largometraje documental que esta noche, a las 22.30, estrena en televisión Canal + 1.

“El dolor era tan grande que no me atreví a retomar la historia”, rememora Sánchez Varela. Después de su entierro, algo cambió. “Sentí un impulso y me encerré a editar lo filmado. Así recuperé a mi padre”, dice Sánchez Varela, que ha contado con una de sus hermanas, Casilda, como coguionista y otra, Lucía, como coproductora. “Tras su muerte, lo planteamos todo de cero. Hace tres años empecé, como si tuviese el complejo de Diógenes, a recopilar todo el material que hubiera sobre él. Hasta fui a Nueva York y perseguí en la CBS su primera aparición en la televisión estadounidense. Íbamos a filmar, como metraje principal, su gira, pero la figura de mi padre fagocitó cualquier intención”. Sánchez Varela cuenta con todo el archivo familiar —incluida la fiesta que se celebró el día de su propio bautizo— y los usa de manera hábil y talentosa para contar la vida de un mito de la guitarra. “A él le daba vergüenza que le dijeran ‘guitarrista universal’, y por eso se definía sólo como flamenco. Pero su arte demuestra lo contrario. Pregunta [como se puede ver en el filme] a los músicos de jazz cómo se improvisa no porque se aburra del flamenco, sino porque quiere llevar todo el concepto armónico a su terreno, e investigar desde ahí”, cuenta el director que, obviamente, tiene acceso total a su protagonista, al que desde luego define de forma distinta de quienes le conocían menos. “Claro que era reservado. Pero esa imagen de timidez casi picassiana, de poseedor de un solemne mundo interior, convive con su cachondeo, que guardaba para la familia y amigos, que nosotros disfrutamos mucho. Hay que ser fiel en todas sus vertientes al personaje”.

Además, hablan sobre Paco de Lucía artistas como Carlos Santana, Alejandro Sanz, John McLaughlin, Estrella Morente [la única grabada tras su fallecimiento], su hermano Pepe de Lucía, Chick Corea, Rubén Blades o Jorge Pardo [compañero en Dolores]. Todo, para acercar al espectador lo casi inexplicable, la chispa de talento de un genio obsesionado con el ritmo