En mi Málaga la bella,
en su extremo de levante,
se alza castizo y pujante
el barrio donde nací.
Con esas playas marengas
donde jugaba de crío
y que a mi libre albedrío…
¡tantas veces recorrí!.
Con mil diversos bajeles
¡que yo tan bien conocía!
Y que, de noche o de día,
en muchos, hasta dormí.
Y aquel trajín incesante
de redes, pesca y varadas:
son marinas animadas
entre las cuales viví.
Es mi arraigo por sus calles
–que sabían a mar y vino–
el talismán del Destino
que me lleva siempre allí.
La Viña, Cuevas, el Deo,
el Castillo, la Pelusa…
Dieron su ser a esa musa
que a veces se posa en mí.
© FRANCISCO MARTÍN MARTÍN
Poemario: DEL ROBALO A LA MORRALLA
(Estrofas: octavillas agudas)
CALLE BANDA DEL MAR, 77
(mi hogar de cuna)
Aquella sola y céntrica bombilla
que tan débil y desnuda brillaba,
cuánta mísera escasez denunciaba
con su tenue y espectral resplandor.
Pero en lo más profundo de mi alma
todo aquello perenne resplandece,
y su recuerdo aún me enorgullece…
Porque alumbraba un ejemplar amor.
© FRANCISCO MARTÍN MARTÍN
Poemario: EL POSTRER BAILE DE LA BAILA
(Estrofa: octava italiana