Los delegados del Gobierno andaluz y de Educación en Málaga, Remedios Martel y Antonio Escámez, respectivamente, destacaron ayer que el servicio de comedor en educación pública atiende a 50.000 alumnos, diariamente, y mantiene 2.500 empleos en la provincia. En este sentido, reiteraron «el compromiso» del Gobierno andaluz en el apoyo a las familias malagueñas en servicios públicos, como puede ser el mantenimiento de los comedores escolares, que supone un coste anual de 17,6 millones de euros, de los cuales 14,3 millones son aportados por la Junta de Andalucía.
Los delegados hicieron estas declaraciones durante su visita a las cocinas centrales de la compañía Mendoza y Palomo en Málaga, dentro de la campaña de puertas abiertas que las empresas concesionarias del servicio de comedor escolar están desarrollando en la provincia para mejorar el conocimiento sobre el funcionamiento de este servicio y sus garantías de calidad.
Divulgación
En la visita participaron tanto responsables de la Consejería de Educación como representantes de los equipos directivos y padres del alumnado de varios centros educativos en los que presta su servicio esta compañía. Esta labor divulgativa forma parte de las obligaciones que las empresas asumen con la Consejería de Educación al convertirse en adjudicatarias del servicio de comedor escolar. Entre otras acciones, se están desarrollando visitas guiadas a las cocinas centrales, degustación de menús y catas ciegas o charlas informativas a cargo de expertos nutricionistas. Además, los padres podrán asistir y comer en el comedor escolar con sus hijos.
Los asistentes observaron los diferentes pasos que intervienen en la confección de los menús, desde que los productos llegan hasta las cocinas hasta que los platos son servidos en los centros. Así, comprobaron cómo la comida se elabora «al modo tradicional» pero con «estrictas» normas de higiene, enfriándose posteriormente para evitar el desarrollo de gérmenes patógenos. Una vez fría, se envasa y etiqueta con sus datos de producción y caducidad y se conserva en frío sin llegar a la congelación.
De cada plato se toma una muestra que se guarda durante 72 horas y que se somete a análisis para garantizar la inexistencia de contaminación. Los menús se transportan a los centros manteniendo la cadena del frío hasta el momento del consumo